Gio
La noche siempre fue mi momento favorito para salir a caminar, sentir el frio y el silencio nocturno son cosas que disfruto muchísimo y empezaba a extrañar. Salgo de la casa con las manos en los bolsillos de mi sudadera negra y cruzo el jardín delantero de una corrida. Deje a Alex y a Zack durmiendo, llevo casi dos semanas viéndolos a todas horas, y no es que no los quiera, es solo que necesito un tiempo para mí, para poder estar sola y pensar por mis propios medios. Mañana tengo que dar la prueba final, Zack estuvo ayudándome toda la semana, dice que podré hacerlo, pero la verdad es que yo no estoy muy segura. Si hay algo que caracteriza mi vida es que nunca me va bien en las cosas importantes, y no creo que mañana sea una excepción.
Cruzo la calle y entro en un pequeño supermercado con un cartel neón que pone "abierto las 24 horas" en letras de diferentes colores. El adolecente de la caja me mira con cara de sospecha, pero no le doy mucha importancia. Me saco la capucha y camino hasta los refrigeradores que se encuentran al final del pasillo. Dos refrigerados son los encargados de mantener frías diferentes marcas de cervezas, escojo mi favorita y me dirijo al mostrador.
–Tu identificación –dice con un tono de indiferencia. Puedo notar su nivel de aburrimiento.
–¿Acaso importa?
–Si no importara no te la estaría pidiendo ¿no crees? –apoya todo su peso sobre el mostrador y me mira como desafiándome.
Pongo mis ojos en blanco y me doy la vuelta sobre mis talones para volver a guardar la botella. No estoy de ánimo para perder tiempo con esto.
–Espera, no era para que te enfades –levanta las manos a la altura de la cabeza –te la cobrare.
–Es una muy buena decisión –digo sin cambiar mi expresión.
Pago mi bebida y salgo del local. El viento frio choca contra mi rostro y me obliga colocarme la capucha, es una noche desconcertantemente fría, considerando que cada vez estamos más cerca del verano, en unos días entraremos en Junio y estaré libre de todo, del colegio, del despertador y de las tareas. Destapo la botella y la llevo a mis labios, el líquido amargo y burbujeante me produce un escalofrío de la cabeza a los pies, y me encanta. Seguí caminando en dirección al parque más cercano, en el que había transcurrido gran parte de mi infancia. Al verlo los recuerdos me invadieron. En el centro del parque una enorme roca ocupaba gran parte del césped, camine hasta ella y me deje caer. Recuerdo a mi abuelo, sentado aquí, vigilándome mientras yo corría y saltaba por todas partes. El recuerdo de sus palabras hace que me invada vacío enorme "¿Qué haces aquí sentada? Vete a jugar, todavía eres una niña" me sorprendo a mí misma sonriendo, todavía tengo el recuerdo de su voz gravado en mi memoria, me pregunto cuanto tiempo durara, ojala que para siempre.
–¿Cómo esperas que lo haga sin ti? –le pregunto como si estuviera aquí, a mi lado.
Y hasta ahora no me lo había planteado, soy una adolescente de diecisiete años, no tengo dinero, ni familia. ¿Cómo se supone que sobreviva? Hasta hoy lo hice gracias a Zack y Alex, pero no será así para siempre. Mi sueño era poder llegar a ser periodista, trabajar en una revista, o tener mi propia radio. Pero ahora siento como si todo eso fuera algo imposible.
–¿Por qué tuviste que irte? –vuelvo a decirle a la nada.
Le doy el último trago a la cerveza y me dejo caer mi espalda sobre la roca.
Un sonido parecido al de un motor de motocicleta pero mucho más bajo me hace abrir los ojos justo cuando una pequeña patita hace presión sobre mi antebrazo, casi doy un salto pero cuando giro la cabeza un par de ojos verdes me observan con atención. Un pequeño gatito negro se acerca mi nariz olfateándome con desesperación, está ronroneando, lo que me hace pensar que le agrado. Con movimientos suaves para no espantarlo lo agarro, me siento y dejo sobre mi regazo.
–Hola pequeño –digo con voz chillona –¿Qué haces solo tan tarde?
–Estaba por preguntarte justamente lo mismo –dice una voz masculina a mis espaldas.
Doy un salto que casi hace salir volando al animal, pero al darme vuelta y ver al chico de la tienda mi cuerpo entero se relaja.
–Me has dado un susto de muerte –digo enojada.
–Debo decir que esa era mi intención.
–Pues te ha salido bien. –digo mientras acaricio al gato– espera, ¿me estas siguiendo?
–No precisamente. He acabado mi turno hace un rato y para llegar a mi casa tengo que cruzar el parque, digamos que fue una muy linda coincidencia.
<<Linda coincidencia>> pienso. Para él tal vez.
–Ah, pues que bien. –digo encogiéndome de hombros.
–No has respondido mi pregunta –dice caminando hacia mí y sentándose a mi lado.
Lleva puesto un buzo gris con capucha y unos jeans negros rotos en las rodillas, su cabellos es corto, casi al ras del cráneo y tiene unos ojos tan verdes que parecen iluminar hacia donde mire.
–Salí a caminar.
–Eso puedo deducirlo por mí mismo. –dice mientras se le forma una sonrisa en su rostro pálido.
–Pues no sé qué más quieres saber.
–¿Quieres que te acompañe a casa? Puedes contármelo en el camino. –se puso de pie de un salto y me tendió una mano para que lo haga también.
Observe su rostro y luego su mano –¿Cómo sé que no eres un secuestrador, narcotraficante o algo así? –digo tomándolo de la mano y poniéndome de pie.
–Soy Lucas, trabajo en el supermercado que hay cinco cuadras más abajo, tengo dieciocho años y no voy a matarte, a menos que así lo quieras.
–Soy Gio –digo estrechándole la mano que todavía tenía agarrada.
–Lo sé –dice con una sonrisa.
–Gracias por acompañarme –digo con toda sinceridad.
–Gracias por confiar en mi –dice entregándome al gatito que se encargó de traer a upa hasta aquí.
Caminamos hasta aquí desde el parque. De alguna manera inexplicable termine contándole casi toda mi vida, no entiendo por qué pero me provoca una confianza extraordinaria, siento como si lo conociera de toda la vida. Y por lo que entiendo el a mi sí, algo de lo que debería estar asustada, pero no es así, más que nada estoy intrigada, quiero saber más de él, quien es y donde me conoce.
–¿No vas a decirme de donde me conoces? –pregunto tomando al pequeño animal en mis brazos.
–No, hasta que llegue el momento. –Dice mientras comienza a alejarse –anote mi numero en el recibo, quiero que mañana en cuanto termines tu examen me llames, te estaré esperando con una recompensa.
–Mmm –no estoy muy convencida de esto, pero debo admitir que me gustan los misterios. –¿Qué es lo que intentas? –pregunto casi a gritos para que me escuche.
–Digamos que soy algo así como... tu ángel –dice y se pierde detrás de una cerca.
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OPUESTOS (editando)
Teen Fiction*AVISO: esta historia esta en edición. Los capítulos ya editados serán marcados para que no haya confusiones* Llevo varios tatuajes en ambos brazos, un septum y siempre voy vestida con colores oscuros, la gente cuando me ve por primera vez pone cara...