XXI

1.5K 111 9
                                    

Ramsay.

Estaba furioso.

Cuatro meses lejos de mi esposa y de mi hogar, los echaba de menos. Hoy por fin es el día para volver a estar junto a la mujer que más amo, Elynne.

Me sentía culpable y con mucha vergüenza; después de haber consumado nuestro matrimonio me marche para hacerle un presente a Elynne y una horrible tormenta me atacó. Envíe cientos de cuervos avisándole dónde y que hacía a mi esposa pero no obtuve respuestas, así que seguí mi camino y busqué obsequios que podrían gustarle a ella, y también con los consejos de mi padre y pedidos, demoré más; ya que él me pidió apoyar a aliados suyos porque pronto sería el nuevo Señor Bolton de Fuerte Terror, y ellos se convertirían en mis aliados también.

No encontré mucho para mi esposa, pero lo que llevaba era perfecto. Un anillo con un diamante índigo precioso que me recordaba a los ojos de mi amada. También llevaba vestidos y por último, muchísimo amor que darle.

Me pregunté todos los días cómo se encontraba, lloré al principio, pero sabía que nos volveríamos a ver. Y esta vez, juro por los Siete Dioses, que no volveré a dejarla sola jamás.

Mi padre siempre estuvo enviándome cuervos sobre mi mujer. Según él, Harlaw hacía bien el trabajo que le había dejado y más que bien, porque él y Elynne pasaban más tiempo juntos de lo que esperaba.

—Lord Bolton, estamos por llegar.

La alegría vuelve a mi cuando veo mi hogar. La noche era fría pero no tanto como las noches de tormenta. Lo único que quería en esta fría noche era dormir abrazando a mi esposa.

—Espero que Elynne esté despierta. Me ha hecho mucha falta, Sam —le digo al único hombre que me acompañó a mi viaje de cuatro meses.

—Ella estará feliz de verlo, mi Lord.

Cuando arribamos, mis hombres salen a ayudarnos con los obsequios, les doy la orden de dejarlos donde corresponden y corro hacia mi hogar.

Me encuentro a Lysa en el camino y la abrazo, por fin una cara familiar.

—¿Elynne está despierta?

—Sí, mi Lord, quería decirle algo sobre ella...

—Mañana, iré a verla de inmediato —la interrumpo y corro hacia mi habitación.

Abro la puerta de golpe y mi enorme sonrisa desaparece de inmediato.

Elynne sí estaba en nuestra habitación. Era la misma de siempre, pero lucía sudorosa, con las mejillas rojas, ojos cerrados y con una tela en su frente.

Me acerco rápidamente a ella y le hablo:—Querida, soy yo, Ramsay, he vuelto —intento moverla para que despierte y no lo hace.

—Mi Lord, escucheme, por favor.

—¿Qué tiene mi esposa, Lysa? —pregunto sin despegar mi mirada de Elynne.

—Ella enfermó pocos días después que usted se marchara. Noches atrás ambas notamos que la herida en su mano derecha estaba infectada y pocas horas después no despertó. Mandé un cuervo pidiendo por un maestre pero éste tardará en llegar.

—¿Morirá?

—No, mi Lord. La herida ya fue limpiada, sólo necesita medicina y cuidado.

—Eso es reconfortante, Lysa.

—Hay más, mi Lord —la miro y espero a que continúe—. Levante las mantas.

Levanto las mantas y mi vista se nubla.

Before ; Ramsay NieveWhere stories live. Discover now