6. Hoy no.

1.9K 48 3
                                    

Llego a su casa y, antes de timbrar, saco el móvil y veo mi reflejo en su pantalla. Me arreglo un poco el flequillo, respiro hondo y llamo al timbre. Escucho pasos y ya mi corazón se acelera… no soy capaz de estar un segundo tranquila con ella. Siempre me recorren escalofríos, se revolucionan las mariposas en mi estómago.

-Shh, callaos mariposas. Hoy no. – digo con el dedo índice en alto, mirando mi vientre.

En ese momento se abre la puerta y aparece, mi niña, mi sueño… rezo para que no me haya escuchado, qué vergüenza tan grande. Está preciosa… preciosa creo que es decir poco. Y la verdad es que no sé cómo lo hace, va muy normal pero está preciosa y punto. Lleva unos vaqueros ajustados y una blusa negra. El pelo le cae por los hombros y sus ondas se enredan unas con otras… o eso parece, porque sé de sobra ya que al acariciar su pelo éste está perfectamente separado, ni un nudo, todo en su sitio.

Hoy no, hoy no es el momento de hablar de trabajo, de contarnos lo que hemos hecho durante el día. No, hoy no, hoy es el momento de hablar de nosotras, de perdernos la una en la otra. Ya acomodada en aquel salón que tanto me gusta, se sienta a mi lado y las palabras salen solas. Igual que cuando hablas con un amigo o amiga que te entiende a la perfección, que nunca se acaban los temas de conversación aunque estéis toda la tarde o todo el día hablando. Pues eso nos pasa. Porque… ante todo, somos amigas… y supongo que esa es la razón de que exista tanta conexión entre nosotras. Aparte de que Malú es adictiva, claro está.

-¿Está bueno, amor? – y otra vez, otra maldita vez provoca terremotos en mi cuerpo cada vez que me llama así.

-Riquísimo. – digo con cuidado, saboreando cada letra que compone mi respuesta, igual que saboreo aquella cena deliciosa.

Aún no me había parado a contemplar toda la decoración para aquella cena. La verdad es que no era importante, me hubiese dado exactamente lo mismo el lugar, la decoración y todo lo demás porque solo influye la compañía y, como podéis imaginar, es insuperable.

Me paso la cena mirándola, observando cada gesto, cada detalle, su manera de coger los cubiertos, de cortar la carne, la manera tan delicada de sujetar la copa de vino y no dejo de preguntarme cómo cuánta perfección puede caber en una persona tan pequeñita físicamente.

Acabamos y la ayudo a recoger, hasta las tareas de la casa me gusta hacerlas si me acompaña. No sé qué hace para engancharme cada segundo más a ella, a su ser, a su alma.

-Oye, ¿sabes una cosa? – empiezo a hablar cuando estamos nuevamente acurrucadas en el sofá viendo (sin ver en realidad) una película.

-Dime. – dice medio bostezando y provocando aún más ternura en mí.

-Que para mí la mejor película es verte dormir, verte reír, verte, en general.

Creo que comprende a dónde quiero llegar y apaga la televisión. Y así, sin ncesidade de nada más que nos distraiga, se pasan las horas. Acariciándonos, mirándonos mucho rato a los ojos y sonriendo. Para aquellas personas que no hayan estado enamoradas de verdad o, que sin estarlo, no sean capaces de ponerse en mi piel por un momento… todo esto les parecerá absurdo pero os puedo prometer que es lo más bonito que hay. El olvidarse del tiempo y cuando te quieres acordar ha pasado una hora o el tiempo que sea. Y claro, tú sigues ahí pensando en que, como mucho y tirando por lo alto, han pasado 15 minutos. Es cuando comprendes que 24h no llegan para un día. Que serías capaz de desafiar al astro que nos ilumina cada día solo para que girase más lento, mucho más lento y disfrutar de más horas en su compañía.

-Oh, hoy estuve hablando con Rosa y…

Zas, se rompe la estabilidad y aún sin que me diga nada, presiento que va a pasar algo no tan bueno. Rosa, su mánager, a saber.

-Pues… bueno… – noto que se pone nerviosa y que busca en el cajón de su mente desesperadamente las palabras adecuadas.

-Malú, cariño, va… dime. No pasa nada sea lo que sea.

-No, si ya lo sé… – cierra los ojos fuertemente, como preparándose para soltarlo. Yo tomo aire. – que en dos semanas me voy a México. – suelto todo el aire, cuento hasta 10.

-Ah bueno… ¡pues genial! Seguro que ya te esperan ansiosos por allí. – digo, sin sonar convincente.

-Ya bueno, eso sí. ¿Tú qué planes tienes, Vane?

-Bueno, tengo algunos conciertos esparcidos y ya sabes, siempre hay algo que hacer así que no te preocupes para nada, tonti.

-¿Sí?

-¡Claro! Será una prueba de fuego, y será difícil, está claro… pero estoy segurísima de que lo vamos a llevar bien. No queda más remedio, supongo.

Y ni yo misma estoy convencida de eso, si ya me cuesta estar un día separada de ella… cómo lo haré durante las semanas que se pase allí. Pero bueno, es lo que toca, ¿no? No todo iba a ser un camino de rosas blancas, las preferidas de mi chica. Toca ponerse las pilas y yo ya sabía que esto iba a pasar. Lo sabía porque al estar enganchada tanto tanto a una persona… cuando te falta se te cae tu mundo. Sin embargo, eso no iba a pasar, eso no dejaríamos que pasase porque lo nuestro estaba por encima de todo, lo sabíamos bien.

-Te quiero tanto… gracias por entenderlo, Vanesa.

-Gracias por entrar en mi vida y por ser así, por todo. ¡Por nacer! ¡OLE LA PEPI Y EL PEPE!

Estallamos en carcajadas y parece que la primera parte de la tempestad pasó. Hoy no, no insistas, que la tormenta va de recogida. Hoy no quieras, no pretendas deshacer el momento de nuestras vidas.

Entre tanta multitud.Where stories live. Discover now