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 La despedida

"Noche de estrellas y tú... tan bella labios de luna y sol luz de mi corazón que brilla por ti toda deseada, toda querida dócil como una flor, como un cristal...luz de mi corazón que tengo por ti y es que tu irradias, dulzura, calor y bondad y es mi suerte tener un amor sin igual conocerte me lleva a la entrega total solo tu, solo tu...

Amor de entrega total
Como el río al mar...
Como el sol al cielo se entrega.
Amor de entrega total. No hay amor igual una vez que llega se queda
No hay espacio y tiempo
no hay ningún lamento
solo el intento de para siempre...hacerte feliz... Si abro mis ojos solo es por ti. Cuando respiro y me alimento solo es por ti...
si al caminar no siento miedo solo es por ti
si hoy he vuelto a sonreír tan solo es por ti."

No podía pensar en una despedida de soltero, y mucho menos si eso implicaba dejar sola a mi Bella y generar su desconfianza, me había costado tanto llegar a este peso, unirme en matrimonio con ella, que una salida con Emmett a quién sabe donde no lo podía arruinar, viniendo de Emmett cualquier idea es mala. Cuando le conté a mi amor la idea de mi hermano deseé haber podido leerle la mente más que nunca, su respuesta fue tranquila y tímida... yo veía sin embargo que sus ojos tenía una mirada preocupada, ya que ella conocía a Emmett tanto como yo y sabía que sus ideas no eran precisamente como para aplaudirlas, sin embrago trate de borrar su preocupación diciendo algo lógico, Rosalie jamás permitiría que Emmett hiciera algo indebido y que seguramente iba a poner a Alice a vigilar y él sabía eso, de esta manera no se iba a arriesgar a ir a ningún lugar que despierte la ira de Rose. Entre un lector de mentes y una pitonisa nada malo podía pasar.

_Ya te echo de menos._ me dijo mi Bella en mis brazos,

_No tengo por qué irme. Puedo quedarme..._ le dije al oído sabiendo que si se lo pedía de esta manera ella haría que me quedara.

Acercó sus labios a los míos y reinó el silenció en su habitación, interrumpido solo por el golpeteo loco de su corazón y nuestras respiraciones agitadas, cada vez que nuestras bocas se unían de esta manera se desataban un sin fin de reacciones en ella y en mí. Era mi humana, mi delicada y vulnerable humana, su calidez me envolvía, sus caricias y besos me excitaban de tal manera que me hacían olvidar que esa a quien besaba era mi rompible Bella, a duras penas volvía a la realidad para apartarla, mi autocontrol era mucho más fuerte que mi propio deseo.

Había logrado en este tiempo con ella, acostumbrarme a su aroma, a su embriagador y tentador esencia, todas las noches que me quedaba junto a ella viéndola dormir hundía mi nariz en su cabello e inhalaba profundamente haciendo que mis sentidos explotaran de placer y deseo, mi objetivo era que mi mente y mi olfato se acostumbraran a su efluvio, era un castigo para mi, me auto flagelaba... me auto inmunizaba a la tentación para así poder estar con ella, era un total morboso y masoquista.

Cuando Bella hizo un intento de atraerme con su boca en mi cuello, besándolo desesperadamente desperté de mi ensoñación y vi que eso era lo más lejos que podíamos llegar. Me separé de ella gentilmente y la miré, sus ojos estaban aún cerrados y su respiración era entrecortada. Jamás dejaría de agradecer al cielo por el ángel que me había regalado, ella era hermosa en todos los sentidos, su cabello esparcido sobre la almohada enmarcando su cara, sus labios que se hinchaban y enrojecían con mis besos, su reluciente y pálida piel, su perfil tan perfecto y exquisito... su alma lo más preciado para mi era lo más hermoso, y se reflejaba en toda ella... todo en Bella era enloquecedoramente bello, no me cansaría de admirarla jamás.

Cuando abrió sus ojos y me miró me perdí en ellos, como si fuera capaz de ver su alma allí, cobijado en esos hermosos ojos, regalándome la mejor de las visiones. Eso era lo que ella me regalaba sin pedir nada a cambio sin que yo fuera a darle nada más que mi amor infantito, eso era lo cada uno de nosotros pedía del otro ahora y para siempre. No necesitaba mirar su mente y espiar en sus pensamientos para saber lo que allí pasaba, ella me decía todo con sus ojos, con su mirada... realmente era un libro abierto, solo para mí, sus exquisitos ojos eran una ventana a su alma y yo me escabullía en ellos con libertad.

Amanecer (por Edward Cullen)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora