Trata de una chica llamada Alicia que detesta las matemáticas y piensa que no sirven para nada...hasta que un día un extraño personaje,que resulta ser Lewis Carroll,el autor de Alicia en el País de las Maravillas,la lleva a conocer el país de los Nú...
La curiosidad era en Alicia más fuerte que el miedo, como ya se ha dicho, de modo que, sin pensárselo dos veces, comenzó a descender por la oscura escalera, de la que no se veía el fondo. Llegó por fin a un pasadizo horizontal, igualmente oscuro, al fondo del cual brillaba una tenue luz ambarina. Hacia allí se dirigió (ya no podía retroceder, pues la losa se había vuelto a cerrar sobre su cabeza al poco de iniciar el descenso), y el pasadizo la llevó a una amplia sala iluminada por cinco poliedros blancos que parecían flotar en el aire y emitir luz propia. Se trataba de los cinco sólidos platónicos: un tetraedro regular, un cubo, un octaedro, un dodecaedro y un icosaedro. Al fondo de la sala, sentado en un gran trono de piedra, había un anciano de larga barba blanca leyendo un libro. Llevaba una túnica negra hasta los pies y un puntiagudo cucurucho en la cabeza, como los magos de los cuentos, sólo que con cifras y signos aritméticos en lugar de estrellas. —Acércate —dijo el extraño personaje, sin levantar la vista del libro. Cuando Alicia estuvo a su lado, le mostró la página que estaba leyendo, donde había una tabla cuadriculada llena de números. — ¿Qué es eso? —preguntó la niña. —Una pequeña tabla adivinatoria. — ¿Eres un mago? —Un matemago: practico las artes matemágicas. Piensa un número del 1 al 15 y dime en cuáles de estas cuatro columnas está. —En la primera y en la cuarta —dijo Alicia tras unos segundos. —Es el número 9 —afirmó inmediatamente el matemago. —Te sabes la tabla de memoria.
—En matemáticas no hay que utilizar la memoria, sino la inteligencia. En cuanto te explique cómo funciona esta tabla, tú también podrás utilizarla o incluso elaborar tu propia tabla. —Estupendo, me encantan los trucos. —Pues este pequeño truco matemágico se basa en una interesante propiedad de la serie de las potencias de 2... — ¿Qué es eso? —Ya conoces esa serie: es la misma que la de los granos de trigo en el tablero de ajedrez: 1, 2, 4, 8, 16... Ir duplicando el número de granos en cada casilla es como multiplicar por 2 una y otra vez, y así obtenemos la serie de las potencias de 2. Alicia iba a preguntarle cómo sabía que ella conocía la historia de los granos de trigo y el ajedrez, pero el matemago pasó las páginas del libro y le mostró una columna de igualdades. Aunque, más que una columna, aquello parecía una escalera.
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— ¿Por qué 20 es 1? —quiso saber la niña. —Buena pregunta... ¿Sabrías dividir 25 por 22? Puedes hacer las operaciones oralmente. —Sé hacer algunas operaciones mentalmente, pero ¿cómo se hacen oralmente? —En voz alta.
Alicia pensó que el matemago estaba un poco chiflado. ¿De qué servía hacer las operaciones en voz alta? Si no se anotaban en un papel o una pizarra, no se ganaba nada verbalizándolas. Sin embargo, decidió seguirle la corriente y empezó a decir: —Como25 es2x2x2x2x2... Pero se quedó muda al ver que, a medida que los nombraba, los números y los signos salían de su boca como nubecillas de humo, y se quedaban flotando en el aire ordenadamente.