El mundo estaba en caos, a mi alrededor solo existía destrucción y muerte, un sol rojo iluminaba los restos de lo que en algún momento fue una ciudad. Sarel y Tyna, mucho más grandes de lo qué los recordaba, corrían entre las ruinas con una pequeña niña rubia inconsciente en brazos, mientras eran perseguidos por un monstruo sin forma, hecho de polvo y de un tamaño descomunal, cuyo rugido perforaba mis tímpanos y hacia vibrar los cristales rotos diseminados por el suelo.
La escena cambio. Un enorme lobo blanco corría por un bosque, mientras era perseguido por serpientes gigantes creadas de fuego que consumían todo lo que encontraban a su paso. Sobre el lobo se encontraban dos personas, a una no podía distinguirla, pero la otra era una mujer joven de cabello negro y corto, que le gritaba a la primera algo que no llegue a entender. En el cielo comenzaban a formarse nubes negras, preludio de una gran tormenta.
Todo se volvió oscuro y de pronto me encontré en una caverna de dimensiones increíbles, iluminada por la luz azulada de las cadenas rúnicas que envolvían un cubo familiar en el centro. Pero está vez desde su interior me miraban unos ojos gigantescos, amarillentos, impasibles, fríos. Eternos.
Pronto recuperaremos lo que es nuestro.
Abrí mis ojos al mismo tiempo que un destello me cegaba. Ni siquiera alcance a ver en donde me encontraba, pero podía escuchar la risita de alguien muy joven.
-¡Abrir! ¡Cerrar! ¡Si! -era la voz cantarina de una niña, pero no podía verla debido a que mis ojos estaban lastimados. Parpade varias veces para recuperar la visión y saber en donde me encontraba, por la suavidad, sabia que estaba acostado sobre una cama, pero nada más.
Cuando al fin recupere la visión lo primero que apareció frente a mis ojos fue una niña pequeña que abría y cerraba la ventana de una habitación desconocida para mi, dejando entrar la luz del sol vespertino que se reflejaba en los cristales, directo hacia mis ojos. En cuanto la pequeña se dio cuenta que la veía, se acerco corriendo e intento subir a la sencilla cama donde me encontraba acostado, tendría unos cuatro años y era muy parecida a una niña humana, sólo que con algunos rasgos de reptil, seguramente era mestiza.
-¿Despertarte? ¿Si? ¿Te duele la cabecita? ¿La pancita?
-Hola pequeña -la salude-. ¿Sabes donde estoy?
-¡En mi casa! -me respondió, muy energética, a la vez que lograba al fin subir a la cama y entonces comenzó a saltar sobre ella a mi alrededor-. ¡Papá te trajo! ¡Dijo que estabas enfermito! ¡Que no debía entrar a molestarte!
-Pero entraste...
-¡Pero no molesto!
La niña continuo saltando hasta que se cayó sobre la cama y comenzó a reírse.
De pronto la puerta se abrió y entro una mujer de la raza reptil, seguramente la madre de la niña, si es así es posible que su padre sea el hombre que conocí durante el ataque.
-¡Nina! ¡Te dije que no molestaras a nuestro invitado! Siento mucho si mi hija te perturbó.
-No se preocupe, yo soy quien debería disculparse por la molestia de dejarme dormir en su casa, lamento si le cause algún inconveniente -le contesté, mientras hacia una pequeña reverencia con mi cabeza-. Disculpe ¿me podría decir cuanto tiempo he dormido?
-No te preocupes, no fue mucho, solo unas horas, pero habiendo visto lo que fuiste capaz de hacer, la verdad creí que estarías mucho más tiempo inconsciente.
-Que bueno, no fue tanto esta vez. Este, señora...
-Myra -me dijo mientras tomaba a la niña y la cargaba en sus brazos.
-Un gusto, soy Hill Fell, disculpe, ¿Acaso sabrá usted donde están mis compañeros? -me levante de la cama, por suerte aún estaba vestido.
-Estaban aquí hasta hace poco, durante la hora de la comida, pero tuvieron que marcharse, una de las niñas no se quería mover, pero mi esposo la convenció que era mejor dejarte descansar.
-Estoy agradecido por su consideración... -ahora que caigo, ella no tiene ningún acento, habla con mucha fluidez, a diferencia de los otros miembros de la raza reptil que he visto
-Es por vivir tanto tiempo con mi esposo.
-¿Que cosa? -le pregunté. No creo que haya leído mis pensamientos ¿o si?
-Te preguntas porque hablo diferente a los demás de la ciudad, es debido a vivir tantos años junto a Naten en el continente humano, el ambiente me cambio un poco, nosotros llegamos juntos aquí hace seis años. Aunque yo nací en esta ciudad, la mayor parte de mi vida la pase allá.
¿Enserio puede leer mis pensamientos?
-Tienes un rostro fácil de leer -dijo con una sonrisa. Oh, era por eso, no lo sabia, yo que pensaba que era bueno ocultando mis pensamientos.
-Pero bueno, tus amigos y mi esposo fueron hacia el gremio, al parecer tenían asuntos que atender, ven, vamos abajo, tienes que comer algo -me comentó mientras salía de la habitación. Tome la bolsa mágica que descansaba en un mueble a un lado de la cama y la seguí.
La casa era de dos pisos y yo dormí en una habitación del segundo. Mientras bajábamos las escaleras Nina se soltó con mucha agilidad de los brazos de su madre y comenzó a bajar dando saltos entre los escalones, riendo con alegría. Mientras la miraba, divertido, recordé algo que me había estado intrigando desde hace tiempo, pero que había vuelto a mi mente debido al incidente de hace unos momentos.
En el libro se mencionaba que había habilidades personales, aunque solo mencionaba una, la de profecía, pero no he visto a nadie con algo parecido en todo este tiempo, excepto al cazador, pero él dijo que tuvo que sacrificarse para conseguirlo, así que creí que era una broma o algo parecido, sin embargo mis ojos han llegado a ver cosas que son invisibles para los demás, como el aura que surge cuando personas como Clarisse o el cazador usan su magia y también están los sueños, dudo que sean profecías, pero lucen muy realistas, aunque han sido tan esporádicos que bien podrían ser solo coincidencia.
-La cocina es por aquí -Myra comenzó a dirigirse a una habitación algo mas grande, la iba a seguir, pero me vino a la cabeza lo que me dirían los chicos si comenzara a comer como si nada mientras ellos se encontraban preocupados, pensando que aún estaba inconsciente y arreglando las cosas en el gremio en mi lugar. Seguramente seria regañado si no avisaba lo más rápido posible o algo peor si Tyna se involucraba.
-¡Es cierto! Lo siento, gracias por la cortesía, pero sera mejor reunirme con mis compañeros -tampoco es que tuviera tanta hambre, mi estomago se sentía horriblemente vacío y seguramente comenzaría a rugir pronto, pero estoy bien, ¿que son unas horas más sin comer?
-¿Seguro? Llevas mucho tiempo inconsciente, debes tener mucha hambre.
-¡Comida! ¡Comida! ¡Si! ¡Yo quiero sopa!
-Estoy bien, no se preocupe, estoy acostumbrado -¡mentira! Grita mi estomago. Tú callate.
-Espera un momento -Myra entro en la cocina y al poco tiempo salio con una bolsita en su mano-. Al menos llevaté esto, haz caso a tu estomago.
-Gracias y nuevamente, lamento las molestias -me disculpe otra vez cuando nos dirigimos a la salida, en cuanto llegamos a la puerta hice una reverencia respetuosa.
-No te preocupes, pero cuidate, no es bueno que seas tan arriesgado, aunque esta vez nos salvaste todos y eso debo agradecértelo.
-No fue mucho, también salvaba nuestras vidas -aunque es probable que lo hiciera aún si no fuera así, esta en mi naturaleza y no es algo que realmente me moleste.
-Si, se que lo habrías hecho incluso si tú hubieras podido escapar. El gremio esta calle abajo, una vez llegas al puerto ve hacia la derecha, es fácil llegar. Por cierto, tienes sueños muy raros... -comentó y, sin dejarme preguntar que quiso decir, cerro la puerta.
Un momento ¿que fue eso? ¿Como puede saber que soñé? ¿Puede leer la mente o no?
La señora Myra me dejó con muchas dudas, pero la puerta cerrada no me dará respuestas, por ahora debo reunirme con los demás, solo espero que en este tiempo reunieran información sobre la ruta mas rápida para llegar a nuestro destino.
Comencé a caminar por la calle, que, como dijo la señora Myra, iba cuesta abajo, mientras revisaba el contenido de la bolsa. Era una especie de sándwich relleno de carne, pero con un pan de color ámbar, lucia bien y mi estomago comenzó a rugir, así que lo comí. Que bueno que al menos pude comer algo.
A mi alrededor había muchas personas de la raza reptil caminado o comprando mercancías en tiendas que estaban diseminadas por aquí y por allá, sin orden fijo. Nadie parecía notar que estaba ahí, pero era algo a lo que ya estaba muy acostumbrado, así que sólo me dedique a observar. De pronto algo llamo mi atención, en una de las tiendas, que vendía verduras, a una de las mujeres de la raza reptil le comenzó a salir vapor rojizo de su cuerpo, a su lado estaba alguien que probablemente era su esposo, de su cuerpo también empezó a brotar esa especie de vapor, pero de color café claro.
-¡Argh! -mis ojos comenzaron a arder, así que los cerré para atenuar el dolor, cuando se calmo un poco los volví a abrir, pero empezaron a doler nuevamente. Me recargue en una pared cercana a esperar que se me pasara, pero en vez de eso parecía que crecía a cada momento.
-¡Chico! ¡Despertaste! ¿Oye, estás bien? -me habló una voz algo familiar, pero qué en este momento no lograba reconocer.
-Si, solo me entró algo al ojo -le respondí y abrí lentamente mis ojos. Quien me había hablado era la joven Nathar. Al mirarla me sorprendí mucho, de ella también surgía una especie de vapor, esta vez azulado.
-¿Que ocurre? -pregunto la joven.
-No, nada ¿vas al gremio? -el dolor se había atenuado, hasta el grado que podía disimular.
-Si. Por cierto ahí están tus compañeros, si quietes te acompaño.
-Gracias -había algunas cosas que quería preguntarle, pero no era bueno para iniciar charlas y al parecer ella tampoco, así que un silencio algo incomodo nos envolvió, para disimular decidí observar de nuevo a mi alrededor, mis ojos aun ardían, pero ya se habían calmado, al mismo tiempo que dejaba de ver el vapor que emanaban las personas. De pronto se me ocurrió algo, tal vez no sea así, pero la chica puede ayudarme a llegar a una hipótesis-. Disculpa, este, ¿que elemento manejas?
-Agua, pero soy más de usar armas qué magia -dijo ella encogiéndose de hombros, luego me miro y sonrió-. Eso que hiciste fue fantástico, incluso me dio algo de miedo.
La chica Nathar continuo caminando, ya sin decirme nada, mientras yo pensaba en lo que me dijo. Creo que ya sé que es lo que percibo, mis ojos son capaces de ver la energia mágica de los demás. Pero ¿porque era tan intermitente? ¿Que lo accionaba? ¿Porque sólo veía los de algunos? ¿Que otras habilidades existían? ¿Tendría algo que ver con esos extraños sueños? Esas eran las cosas que necesitaba responder si quería saber que le ocurría a mi cuerpo.