Habían pasado cuatro días desde que la noticia de la traición del príncipe Arthas llegara a Dalaran, y dos días desde que el príncipe elfo hubiera conversado con la General Forestal Sylvanas, y ahora se encontraba ahí, en An'owyn, siendo recibido por la joven Merriel, y los hermanos Faltora y Koltira, junto a los más de treinta elfos que resguardaban el cristal de luna que se escondía ahí. Con anterioridad ya había ido a An'telas y An'daroth, cerciorando que todo estuviera en orden.
— Es en verdad una sorpresa el tenerlo aquí, alteza— dijo Koltira con una sonrisa.
— Sólo quería estar totalmente seguro que a ninguno de vosotros se os ocurre flojear.
Las carcajadas sonaron alrededor, mientras conducían al príncipe al campamento.
— Si la General se da cuenta de su comentario creerá que somos flojos.
— Y nos ha de castigar— añadió Faltora.
— Exagerados— soltó Merriel con una sonrisa— Sólo os rompería uno o dos huesitos.
Kael'Thas no dejó escapar ese detalle, Sylvanas parecía ser estricta y para la situación que Quel'Thalas pronto enfrentaría, eso era bueno.
— Las fuerzas están para proteger y estar alerta, panda de idiotas, así que la medida me parece justa—Merriel ensanchó la sonrisa burlesca ante su último comentario, y pronto se sentó enviando a Koltira a por algo de tomar.
— En verdad estoy aquí para revisar el cristal. Por precaución más que nada. Tenemos que recordar que Ban'dinoriel usa parte de su poder desde uno de estos tres puntos.
Los tres elfos asintieron, y pronto dirigieron al príncipe donde se ocultaba el cristal de luna.
En alguna parte del bosque, Sylvanas hablaba con un elfo sacerdote de la Luz llamado Gallel. El joven parecía interesado en aquello que la sacerdotisa Liadrin había calificado como "simulacro". Por ella bien, si la sacerdotisa quería maquillar el evento como una práctica insulsa, bien. Mientras eso contribuyera a su estrategia y su venganza estuviera segura.
— Os apostaréis aquí, aquí y aquí, ante una señal que daré os moveréis de manera rotatoria, aquí, aquí y aquí para tratar a otros heridos.
La expresión de Gallel era confusa, cómo si no entendiera el fin de un simulacro, pero Sylvanas decidió no ponerle atención.
Forestales se movían de un lado a otro entre los cambios de turno, amigos hacían bromas o mostraban su afecto dándose leves golpes al hombro, con promesas de bebida incluidas. La unión de los forestales era algo que Sylvanas no quería que se perdiera, cuando los elfos levantados por el caballero de la muerte, tuvieran que luchar contra los vivos.
— ¿Me estás escuchando?— preguntó Sylvanas al notar distraído al sacerdote.
Luego volteó el rostro, buscando la fuente de la distracción, encontrando a Lor'themar, Halduron y Liadrin, conversando de alguna nimiedad.
Sin darle mayor atención, volvió a fijarse en el mapa que tenía extendido encima de un viejo tronco, oscuro, uno de los pocos que sobrevivieron al ataque de más de una década atrás de parte de los dragones rojos.
— Le tiene afecto a él— dijo casi en un suspiro el sacerdote, provocando que la General Forestal volteara los ojos en blanco, para luego intentar crispar los nervios del sacerdote.
— Sí, cuando todo esté seguro, se han de casar y tener una horda de mini Therons y Liadrins, y cuando sean muy viejos contarán sus historias a sus tataranietos... Pero ahora necesito la atención del futuro padrino de los monstruitos.

ANDA SEDANG MEMBACA
Ranger General
FantasiEl viento frio de la ciudadela, millas y millas de desierto congelado, una figura observando el vacío... Fue ese momento, ante la visión de lo único que podría destruir su cuerpo, y sintiendo el peso del pasado caer de sus hombros, que la elfa se av...