Capítulo 13: Último día de libertad

11.5K 733 74
                                    

—Y, por último, pero no menos importante, (TN) Smith recibe una puntuación de 11. —Alzo la mirada sorprendida mirando a todos sin poder creer lo que he escuchado. Recibo felicitaciones por todos y una nueva oleada de emoción por parte de Effie. — Increíble, dos tributos del Distrito 12 con la mayor puntuación. No sé qué habrán hecho estas dos chicas, pero es algo histórico, al menos para su Distrito. La chica en llamas y la reina del hielo, ambas arrasando desde que pisaron el Capitolio. Me despido, pero esto no queda aquí, mañana regresaremos con el evento más esperado por todos, mañana al fin inician los juegos. Que emoción, mucha suerte a todos los tributos. Que pasen buena noche. —Se despide Caesar.

—Vale, vosotras dos, que habéis hecho para obtener un 11 cada una. Conociéndoos, algo normalito como os pedí no ha sido, así que hablad. —Nos ordena Haymitch. Me pongo pálida y tensa ante la petición.

—Eh... muy resumidamente, no me prestaban atención y se burlaban así que movida por la rabia puede ser que les haya lanzado una flecha a los jueces clavando la manzana de la boca del cerdo que tenían como menú en la pared. —Relata sacando exclamaciones cada vez más exageradas por parte de Effie. Escuchando a Katniss ya no me siento tan mal por lo que he hecho yo. —Ah, y un hombre se ha caído dentro del ponche por el sobresalto.

—Esto es terrible... Es terrible... —Susurra Effie presa del pánico. —¿Cómo se te ocurre hacer eso? —Le cuestiona a Katniss alterada.

—Shh. Mujer deja que hablen. —Le corta Haymitch reprendiendo a nuestra escolta.

—Así que por eso estaban tan alterados cuando yo he entrado. —Digo dirigiéndome a Katniss.

—Cuando yo he entrado tras de ti, estaban muy alterados y olía a quemado. —Dice Peeta dirigiéndose a mí. Al recordar lo que he hecho me ruborizo por la vergüenza de mi arrebato.

—Oh... Eh... Si... —Nerviosa y avergonzada admito. —Eso es culpa mía.

—Oh... Por dios, ¿Qué has hecho tú? —Dice una Effie sentándose con una expresión agotada a punto de darle algo por nuestras acciones.

—Cuando he entrado estaban tan alterados que ni caso me han hecho cuando me he presentado. No les he prestado mucho atención y he ido a hacer mi demostración, la he hecho a mi parecer bastante bien, pero seguían sin prestarme atención, así que he decidido cambiar de estrategia. He hecho una pequeña fogata, he cogido una flecha, he rodeado parte de la flecha con una tela que he bañado en un producto inflamable y le he prendido fuego. Como tampoco me han hecho caso he lanzado la flecha a uno de sus sillones que no ha tardado mucho en prenderse en llamas. —Confieso. Todo se queda en silencio y es roto por una sonora carcajada de Haymitch y una prorrata de comentarios de una alterada Effie.

—Por dios Effie, ¿quieres calmarte? —Le dice nuestro mentor fastidiado por los gritos de la mujer de pelucas extravagantes todavía con carcajadas. — Quizás se han vuelto un poco locas, pero han conseguido la mejor puntuación de entre 48 tributos, es un gran logro y les va a beneficiar mucho con los patrocinadores. Buen disparo chicas, os felicito, estoy muy orgulloso de vosotras. Si os lo hubiese pedido no lo habríais podido hacer mejor.

Effie se marcha alegando un fuerte dolor de cabeza y diciendo que tiene que hacer un control de daños. Nosotros nos quedamos un tiempo más comentando las sesiones privadas y charlando. Una hora más tarde me meto en la cama. Los nervios hacen acto de presencia. Hasta ahora había estado totalmente distraída con todo el tema de los entrenamientos privados, pero ahora ya no hay nada que impida que piense en que estas son mis últimas horas antes de que mañana entremos en la arena.

Por mi falta de sueño, me levanto y me dirijo al escondite donde he estado guardando todos estos días la carta, joyero y collar que mi padre me dejó el primer día a mi llegada. La leo y releo miles de veces, llevo tantos días haciéndolo que ya me la sé de memoria palabra por palabra. No puedo evitar pensar en cómo será y dónde estará. Desearía que todo hubiese sido distinto, que ellos no me hubiesen dejado, que mi abuelo siguiese con vida y que no existiesen los juegos.


Me despierto exaltada por la pesadilla que estaba teniendo y me doy cuenta de que solo quedan unos diez minutos para que sea la hora de desayunar. Él último desayuno. Hoy es el día, hoy entramos al corredor de la muerte. Me visto rápido con la ropa que ayer nos dejaron, la ropa que usaré en la arena, y me apresuro a asearme. Miro apresurada por última vez la habitación antes de salir disparada hacia el comedor. Llego justo a tiempo. Todos tenemos caras largas, series, no hay rastro de diversión ni de alegría, todos tenemos una actitud desganada. Es en ese momento en que me doy cuenta de la extraña pero agradable unión que se ha formado entre nosotros, Peeta incluido. Comenzamos el desayuno en silencio y con las cabezas agachadas. Escucho a Effie sorber por la nariz en más de una ocasión, tratando de disimular las lágrimas que se le escurren por el rostro.

—Vale chicos, hoy es el día. Os explicaré que va a pasar a partir de ahora. En cuanto terminéis de desayunar os llevaré al hangar. Un aerodeslizador os estará esperando para llevaros hasta la arena. Habrá distintos porque no todos cabéis en uno así que es probable que os toque separados. —Hace una pausa para ver si todos le seguimos, al ver que sí continúa. —Una vez aterricéis, seréis llevados al subsuelo, os dejarán en una sala donde os terminarán de preparar vuestros estilistas. —Haymitch vuelve a pausarse, intuyo que está dejando que procesemos todo lo que nos ha dicho hasta ahora. Tras un minuto continúa. —Una vez en la arena, nada más suene el pistoletazo de salida, no vayáis a la cornucopia, huid. Habrá arcos, estoy seguro de ello, pero no vayáis a por ellos, están ahí para atraeros al baño de sangre. —Dice lo último dirigiéndose a mí y Katniss. —Huid lo más lejos que podáis, alejaros lo más posible del baño de sangre y centraos en encontrar agua, esa será vuestra mayor aliada. No bajéis de la plataforma hasta que no suene la bocina de salida, si lo hacéis, saltaréis por los aires y todo habrá acabado. Recordad, sobrevivid, no dejéis que os cojan, sed más listos y usad todos los conocimientos y habilidades que habéis adquirido estas dos últimas semanas. —Nos explica con seriedad todas las cosas importantes que tenemos que saber, y en verdad agradezco que lo haga. —No os confiéis, la calma nunca es buena, siempre hay peligro acechando. Yo por mi parte haré todo lo posible desde aquí para ayudaros. Dad un buen espectáculo. —Dice para terminar. Nadie dice nada, todos estamos procesando todo lo que ha dicho y todas las emociones que nos mueve todo esto. Un nudo se me ha formado en el estómago y la garganta. Effie ya no se corta, suelta algunas lágrimas y sollozos sin disimulo. El aire que se respira es de tristeza, de dolor, de sufrimiento. Terminamos de desayunar, yo por mi parte he intentado llenarme todo lo que he podido ya que no sé cuándo será la próxima vez que pueda comer. Todos nos levantamos de la mesa con pesar, sabiendo que esta es la despedida.

—Oh, mis niños... Nunca os olvidaré. —Nos dice una emocionada y llorosa Effie dándonos un abrazo a cada uno de nosotros.

Subimos al ascensor acompañados de Haymitch y nos conduce hasta el hangar. Se despide de cada uno diciéndonos que estará al tanto de nosotros en todo momento. Nos empezamos a dirigir a los agentes para que nos asignen un aerodeslizador, pero Haymitch me llama.

—(TN), quería decirte que...

—(TN), quería decirte que

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los juegos del hambre (Peeta Mellark y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora