punqetos

    ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ू  ⠀꒰   ◌ ⠀˚ ⠀✩
          	⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀oíd, hijos míos, pues 
          	⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀muerto el sol de octu
          	⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀bre nadie nos librará. 
          	
          	⠀existirá bruja que, colma
          	⠀da del mundo a los niños
          	⠀robará. fumiko: pin.it/3EGuVvY
          	⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀࿙⃛͜࿚⃛࿙͝࿚
          	⠀⠀⠀⠀⠀¡y!, de las profundidades
          	⠀⠀⠀⠀⠀del Averno a una demon
          	⠀⠀⠀⠀⠀io el sacrificio desperta-
          	⠀⠀⠀⠀⠀rá.⠀efua: pin.it/5TTk7kS
          	⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀࿙⃛͜࿚⃛࿙͝࿚

luuv-itos

 ๋࣭ ࣪ ੭ amara  ๋࣭ ࣪ ──u-uhm.. /la muchachita habíase asomado varias veces por la puerta que daba a aquel salón de clases, el cabello rubio descendía hacia el suelo en esos vaivenes de indecisión en los que salía y luego se ocultaba nuevamente tras la puerta. apretó sus labios al pensar que, si seguía perdiendo así el tiempo, capaz sus planes se frustrarían. entonces revela su figura de detrás del escondite, acercándose hasta el pupitre de la felina. ¡f-fumi..! /exclama de golpe, sintiendo el ardor en sus mejillas. hoy.. ¿quiéres ir.. a la cafetería que abrió cerca de.. la estación de tren? /pregunta finalmente, con los hombros enderezado y el ceño fruncido.
          

kannibalin

⠀⠀⎯⎯ ⠀{ ... }⠀⟋el fragor de la reyerta clandestina déjole su huella violenta: una irisación violácea sello cardenal en élla. la contusión era un estigma que albergare la rúbrica del ultraje, abultaba el párpado izquierdo henchido y tizna en sombra la epidermis fina mientras que del septo cruor, destilaba reguero escarlata desde narinas á boca. así degustaba, con deleite trágico, aquélla amalgama de putrescencia gloriosa y acatamiento, agraviado por el sabor agrio de cierta acidez refluja que acentuaba cómo la catábasis bermeja persistía en macularla. púrgase la marca de la carne exangüe y hendida en su boca al limpiar ésta con el borde deslucido de su vestidura en total ruindad.  uuh… puff, p-… puffh…⠀⟋detiénese exhausta tras los valladares del recinto del lid pues abatiérale de súbito un vértigo que acontecía al vahído, obligándola a reclinar su cabeza en la espalda de élla, desconocida, cuyas prendas emanaren efluvios tiernos que reconfortaban en una apetencia de hálito maternal.   pffuah… p-perdón. s-sólo… ah, sólo necesitaba un minutito ¡ya… -ya me quito! m-m-… muchas gracias… a… mhh… ¡adiós! ⠀⟋toda élla, consumida por la lumbre de la ignominia, retrae el rubor cubriéndose el rostro con sus manitas y huyore presurosa, ansiadamente queriendo desvanecer del mundo ó en su defecto, de allí concretamente.
          
          cc. yo me las imaginaba que después de que radu se peleara, sale del ring a descansar y observar el siguiente combate, y efua que tmb anda cotilleando termina siendo de apoyo para su desvanecimiento (a causa del cansancio)…

luv-a-deer

─── /Ahí se encontraba él, inmerso en el rostro ajeno. Sus facciones, acentuadas por el oscuro maquillaje que la fémina portaba. A  Amory, lejos de aquella estética e ignorante de los cosméticos, le resultaba fascinante la habilidad ajena.   Wow... Hasta ahora no me había fijado en la complejidad de tu maquillaje. ¿Te toma mucho hacerlo? /cuestionó genuinamente, tiltando la cabeza a la par que entrecerraba los ojos, enfocándolos.   Hmm... ¿Crees que a mí me quedaría bien?

punqetos

────/Podía sentir la mirada del herbívoro repasando cada trazo de su rostro mientras retocaba su maquillaje. Por un segundo, se preguntó si habría algo fuera de lugar en su apariencia, echándole miradas de reojo cada tanto, intentando leerlo sin mucho éxito. Pero cuando escuchó el comentario, una pequeña risa silenciosa se le escapó antes de poder contenerla. Ser cuestionada sobre su aspecto siempre le había resultado incómodo, pero esta vez era diferente. Había algo en la forma genuina con la que Amory preguntaba, que le encendía un leve calor en el pecho. No tuvo que meditar demasiado su respuesta.  No realmente. Después de un tiempo… me acostumbré a hacerlo rápido. /Dejó el pequeño espejo, ahora cerrado, reposar sobre su regazo. Entonces llegó la segunda pregunta, la que la descolocó de verdad. Sus ocelos se alzaron de inmediato hacia él, como si necesitaran confirmar que lo había escuchado bien. ¿Maquillaje en él? Sin pensarlo demasiado, sus pupilas bajaron, repasando las facciones del ciervo: su expresión risueña, los contornos sutiles… Había algo casi andrógino en su encanto, algo que Efua no se permitió definir como lindo. Se aclaró la garganta, obligándose a sostenerle la mirada de nuevo.  ¿Qué tal si… probamos? /Soltó, más bajo de lo que pretendía, haciendo la pregunta un poco más íntima. La idea de acercarse al varón aceleraba su pulso, pero necesitaba verse segura.  Tengo todo aquí. 
            
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luv-a-deer

 Amory se encontraba haciendo su caminata habitual hacia el tren tras una larga jornada. Las calles solitarias y oscurecidas, tintineantes el foco de farolas. No obstante, aquella noche era diferente. 
          
          ─── No es necesario que me acompañes hasta la estación, Efua. Seguro tienes mejores cosas que hacer. /Masculló, el puchero presente en sus comisuras al alzar la mirada a su acompañante.   Puedo defenderme solo, ¡mira! /El ciervo elevó las falanges a las astas en su cabeza: «tap-tap», dando a entender que utilizaría sus atributos como escudo o defensa en caso de estar en peligro.   Soy un fuerte ciervo.

punqetos

────/La idea parecía práctica en primer lugar: la noche estaba particularmente silenciosa, y sería irresponsable de su parte no acompañar al joven ciervo. Pero claro, todo eso desentonaba completamente con ella y en algún punto, se sentía incorrecto… demasiado íntimo. ¡Ni siquiera eran amigos! No podía evitar pensar que había forzado demasiado la situación, que estaba tomando una libertad que no le correspondía. Su burbuja de pensamientos se deshizo al escuchar la voz de su acompañante. Alzó la mirada justo a tiempo para encontrarse con la escena y no pudo evitar pensar lo adorable que le resultaba; una sonrisa casi se le escapó.  No, para nada /murmuró, su tono seco traicionando el leve calor en sus palabras. Se detuvo un segundo, midiendo si debía dejar salir algo más. La verdad era que ella era la que no quería volver sola a casa. Prefería esa caminata torpe, los pasos acompasados, el roce accidental de sus brazos en las esquinas mal iluminadas. Por alguna razón, prolongar esos minutos juntos era lo más reconfortante de su día. Solo pensarlo le encendía un leve sonrojo en las mejillas. …Podrías lastimarte intentando eso. /dijo al fin, acompañando sus palabras con una mueca que no ocultaba en absoluto su preocupación.  Además, yo «quiero» asegurarme de que llegues entero. /Su voz, pese a haber bajado unos cuantos tonos, se percibe firme. 
            
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 ─── /El ciervo se encontraba ordenando el establecimiento, el anochecer próximo y con este la hora de cerrar. Como era costumbre, a tal hora la ausencia de clientela era palpable, razón por la que el varón adelantaba sus tareas para poder regresar a su hogar a tiempo. El sonido de la campana al abrirse la puerta lo sacó de sus pensamientos, sorpresa ante la aparición de un cliente durante ese horario.  ¡Bienvenid–! /paró en seco al tornar y descubrir la identidad de la figura: aquella mamba misteriosa.   Eres tú. /añadió, su voz no tan risueña y más aterciopelada, casi íntima.  Verte aquí es un contraste... curioso. /Sus ojos viajaban desde la fémina hasta la apariencia del lugar, estéticas contrarias.   ¿En qué puedo servirte, mh? 

punqetos

────/Efua se detuvo apenas cruzó el umbral, como si necesitara asegurarse de que no era un error estar allí. Sus dedos jugaban, distraídos, con la cremallera de su abrigo; ni siquiera había pensado qué decir al llegar y, en el fondo, agradeció que fuera el ciervo quien rompiera primero el silencio. Sus ocelos se posaron en él, delatando un leve cansancio, aunque una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Tenía razón: sus ojos recorrieron la cafetería… las sillas ya apiladas, la barra reluciente, todo listo para cerrar. Parecía fuera de lugar ahí, como una mancha oscura en un lienzo cálido. Pero su pregunta hizo que cualquier atisbo de calidez se disipara, reemplazada por un nerviosismo extraño que se arremolinó en su pecho. Por un instante, sus labios se entreabrieron, pero dudó. Tragó saliva, obligándose a empujar las palabras.  Ha sido… un día largo. /Su voz salió baja, como un susurro. Vaciló en continuar, sus dedos deteniéndose en ese instante en la cremallera. Sólo pensé que… que quería pasar por aquí… y verte. /Un silencio pesado, casi denso, se deslizó entre ambos. Evitó su mirada, dejándola caer sobre la barra impecable, como si estudiara un detalle que no existía. Era vergonzoso admitir que, en tan poco tiempo, Amory se había convertido en una especie de ancla a una vida más normal, una rutina cotidiana; algo que ella tanto ansiaba, sobre todo en días como estos. 
            
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