poisonsmaid
juntó las mangas de sus ropajes, y su mirada se dirigió habilidosa hasta el minino que reposaba sobre el de violácea cabellera. hizo ademán de arrugar la nariz, mas no lo hizo. en su lugar se mantuvo recta; por mucho que intentó hacer otra cosa, era incapaz de desviar su atención de aquel gato. ¿desde cuándo tenía esa clase compañía? ──no le habrás puesto mao... ¿no? ──susurró, con un toque de desdén. aún así, se le enternecía el corazón. sus felinos rasgos parecieron notorios. ──parece que eres cálido, está sumido en un sueño profundo.
poisonsmaid
arrugó las cejas en una extrañada mueca una vez pudo oir la negativa por parte de su acompañante: jugueteó con sus propias manos tras las grandes mangas que, amplias, escondían los delgados brazos repletos de heridas de la boticaria. entonces, se cruzó de brazos. al hacerlo su cuerpo se inclinó, su cadera tomó forma hacia un lado y reprimió un suspiro. ¿todo vale? ¿a qué se refiere con eso? ──¿alguien que ha dejado huella? ──repitió, y su mente maquinó rápidamente una respuesta. se mordisqueó el interior de la mejilla derecha. ──no me puedes hacer esto, hay muchas concubinas hermosas... pero, uhm... la señorita gyokuyou está últimamente en boca de todos, sobre todo en la del emperador, me atrevería a señalar. ¿es ella?
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