Entonces Ash tomó otro sorbo, posado en la barra del bar junto a una mujer menos alta que el, parecía joven y timida. Ash tomó un suspiro y paso su mano por la cabeza demostrando su ebriedad
—Dejame ver si lo entendí —Dijo dejando la botella a un lado observando a la mujer— Tu lo que quieres es enviar a los idiotas de abajo hacia arriba del todo. Y necesitas mi ayuda porque...
—Porque tu eres el Elegido de los Cielos para acabar cualquier mal, un representante de la Tierra mejor que ese no conozco y necesitamos gente para mi hotel —Mencionó la mujer con una emoción atenuante observando al hombre mayor, este iba a dar otro trago pero decidió dejar la botella en la barra y levantarse poniéndose a la par que la mujer, una mirada fría se cernio en ella, una tensión palpable—
—Escuchame bien, niñita. Los de ahí abajo han acabado con mi vida —Dio un paso hacia adelante haciendo que la contraria retroceda— Mataron a mi familia, a mis amigos... No, no, mucho peor —Dio otro paso para señalarle con su prótesis de mano— Me hicieron que me los cargue... Y tu ¿¡quieres que te ayude a mandarlos hacia el otro lado!? Pues que te den, pasó, toda la mierda del infierno me la paso por los huevos, estoy harto —Terminó de hablar para agarrar su botella y dirigirse a la puerta del bar donde allí estaban—
—Pero-
—No hay peros
—Si me ayudas te dejaremos libre finalmente —Ash paro antes de salir por la puerta— Si nos ayuda con esto, todo, el Necronomicon, amigos muertos, familias... Habrá acabado, te lo juro, es un trato. Pero primero nos tienes que ayudar a nosotros
Ash se lo pensó, miro de reojo a la mujer y miro su mano que fue cercenada, a la botella de Alcohol. ¿De verdad era ella capaz de sacarle aquella maldición con propuesta de que era El Elegido? ¿Mentia? ¿Qué tanto podía perder con eso? El suspiro y la miro nuevamente para darse media vuelta hacia ella