Hoy se cumplen dos años desde que te fuiste, y sigo sin encontrar las palabras exactas para describir lo mucho que te echo de menos. Es como si el tiempo hubiera pasado volando, pero al mismo tiempo cada día sin ti se siente eterno. A veces cierro los ojos y puedo escuchar tu risa, sentir tu abrazo, y por un momento es como si estuvieras aquí.
La vida ha seguido, pero nada es igual. Hay momentos felices en los que pienso: “Ojalá estuvieras para vivir esto conmigo”, y otros en los que el dolor me pesa tanto que solo quiero poder contarte lo que me pasa, como hacíamos antes. Sigues siendo mi mejor amiga, aunque ya no estés físicamente. Sigues ocupando un lugar enorme en mi corazón.
Me consuela pensar que, de alguna manera, me sigues cuidando desde donde estés, y que cuando me toque, nos volveremos a encontrar. Hasta entonces, seguiré hablando de ti, recordándote, y amándote como siempre. Porque la verdadera amistad no muere nunca.
Te quiero y te echo de menos, Lucía, hoy y siempre.