Era 1934 cuando mi marido me dejó.
Sola.
La vida en la pradera era tan lóbrega; sin teléfono, sin radio... Tan solo un ave grande y majestuosa con quién compartía mi penar.
Un día de desasosiego le dije: "Pajarito, tú eres libre, podrías elevarte a grandes alturas pero sigues aquí, ¿por qué?"
Y por lo visto mi cuestionamiento le afectó, porque esa tarde el pájaro se marchó...
Al igual que mi espíritu.
  • JoinedMay 5, 2013

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