Me gustaría aprovechar esta ocasión para, como español pobre de Andalucía, (Andalucía siempre vaga, siempre repudiando el trabajo, siempre buscando sacar un mes más de paro para disfrutar de la vida, mi amada y miserable Andalucía), pediros perdón a todos los hispanoamericanos que haya entre la poca gente que decide seguirme por aquí, en mi renqueante caminar.
Pero no me malinterpretéis, no pediré hoy perdón por aquí por la Conquista de las Américas y por el expolio histórico de los pueblos precolombinos originarios... Muchas veces han pedido ya perdón por ese tema (no por ello menos importante) gente mucho más inteligente que yo, y muchas más veces se habrán de pedir a lo largo de la historia, por parte de personas que sientan mayor dolor que yo por aquello y con mucha más lucidez y elocuencia que un servidor. No, ese no es el propósito de este mensaje; yo pretendo pedirles perdón por otra cosa.
Quiero pedirles perdón por haberos contagiado, como pueblo, el mal de España. Esa extraña enfermedad, esa extraña dolencia indescriptible, sin futuro, sin porvenir, sin remedio posible, que mancha todo lo Español.
