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¡Perdón! Juro que no soy bully. ¿Te compro pastelitos a forma de disculpas? Sí, me costó convencerlo porque prefiere su espacio antes que compartirlo con alguien más, pero después de meses rogándole que lo considere, lo conseguí. No creo que sabes lo que pides hasta que vives con uno, amigo. ¿Verdad? Eso me pregunto yo siempre. Creo que la actuación le pegó fuerte y se creó un alter ego que terminó por dominarle la cabeza. 

Perdón, no va a volver a pasar, me sentí como un niño bully de preparatoria y ahora el remordimiento de mi mal chiste me persigue. Oscar está en casa conmigo y acaba de entrar a la ducha, no lo extrañes por mucho más que en un rato viene. Oh, y que no sepa que preguntaste por él, se le infla el ego y se pone insufrible. 

Aviso técnico: este es, muy probable y seguramente, el peor chiste que hice en mi vida. Estoy muy viejo para esto.