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- Aunque te parezca mentira, mi familia no era acomodada hasta que yo empecé con este negocio - Le confesó, tomando asiento en uno de los bancos que había cerca de ellos.- Éramos pobres, tanto que mi madre se planteó el donar mechones a cambio de dinero...- Tragó grueso, puesto que no le agradaba recordar todo aquello. - Sé lo que es ser pobre y no quiero que más niños lo sufran. Deseo ver cómo salen de ese agujero para hacer sus sueños realidad 

- Tengo una fundación, la cuál se lleva la mayoría de mis ingresos gracias a los negocios.- Le explicó, metiendo ambas manos en el bolsillo de su pantalón de pitillo.- Necesito que esta se amplíe, para poder llegar al sur de África y ayudar a los más desfavorecidos ¿Podrías ayudarme a dirigir eso? Solo si quieres.

La observó desde lejos, antes de tomar la decisión de acompañarla en el jardín. Sabía que aquella mujer estaba en su casa por negocios y que de seguro no deseaba verle tras lo sucedido la noche anterior, pero necesitaba verla;- Tan resplandeciente como un diamante de tiffanys ¿Cuál es su secreto?- preguntó, sin una clara intención. - Antes de que me eche del jardín, me gustaría preguntarle si podría aconsejarme sobre algo. Es... alejado del negocio.

los mayores viven presumiendolo, aunque también es algo malo. Los mellizos quieren ser cantantes y la mayor actriz, y quieren conseguir sus méritos por ellos, no por llevar mi apellido o el de cass.

y mas porque es la que mas se parece a él,parecen calcas,te lo juro. bien,tiene unos cuantos rodajes en poco. 

no quiero agobiarte,sarah. los trillizos ya están modo travieso,todo lo tiran,todo lo muerden…es un caos. la bebe es más tranquila,aunque cass no se quiere separar de ella para nada.

El pelinegro llegó al aeropuerto con su Ferrari negro y dos furgonetas que lo escoltaban. Bajó del coche, manteniendo una conversación bastante tensa con su ex esposa.- ¡Eres tú la que se emborrachaba día y noche, carajo! - vociferó, antes de subir las escaleras del avión. Estaba tan inmerso en la discusión, que no se había dado cuenta de la presencia de la pelinegra;  Tomó asiento en uno de los sillones más alejados de la cabina y colgó el teléfono, de mala manera.- Quién me manda a mi casarme con una puta loca.

Tenía que admitir que se había calentado un poco al escucharla hablar en italiano, pero lo tuvo que disimular.- Nos vemos en el aeropuerto, signorina.- Tomó el contenido de su vaso de un solo golpe y se retiró, para poder descansar por un rato.

- Y veo bien que la hayas aceptado, Blackwood. - Tomó un poco de su vaso, analizándola de arriba a abajo. No podía negar lo atractiva que era, pero conocía a demasiadas mujeres de ese tipo.- Prepárate para el viaje, salimos esta misma noche