Jude.

Ja. Ja. Ja. No eres graciosa, Josette. ¡Ah! Lo recuerdas, pensé que eras muy boba para retener algo en ese cerebro tuyo del porte de un maní. ¿Tú? Joder, ¿qué clase de loco dejaría que una impertinente como tú condujera? La última vez volaste el parachoque del auto de papá. Olvídalo, conduciré yo. 

Bonito lenguaje el que manejas, muy fino. ¿Ah sí? Que raro. Seguro fue el fantasma que merodea por aquí por las noches. Mmm, ¿a comprar qué?

Esa es la actitud. Compraré barritas para ti, pero puedes comerlas mañana. ¿Recuerdas lo que el dentista con bigote nos dijo? A mí también me cuesta acordarme de sus palabras por lo gracioso que me pareció su bigote, pero ha dicho que puedes un dulce por día y hoy ya has comido una rana de chocolate. Descuida, esa sonrisa que te cargas no se arruinará tan fácilmente, pero no tentemos a la suerte. ¿Te fue bien? ¿Por qué no me he enterado de esto? Hablaré con tu madre, seguro Sirius le comentó a ella... Está bien, voy a confiar en tu palabra y dejaré que hagas unas calles, cuando se complique cambiaremos de lugares, ¿quieres? Y no soy yo a quién le debes preguntar esas cosas, aunque sea tu padre sabelotodo. Aprendí a conducir a los dieciséis, mi tío Bill y tu tío Fabian me echaron una mano. Ya lo hago en automático. ¿Y se puede saber qué son unas cuantas cositas esta vez? Porque la semana pasada fueron más que unas cuantas. De todos modos, también debemos ir. Me ayudarás en la temible tarea de elegir el regalo que le daré tu madre para nuestro aniversario.

Será poco chocolate esta vez o tu dentista me matará, hija. Está bien, yogurt y... Oh, no. La vez pasada tuve que pagar una multa y agradece que tenía dinero muggle encima, Josie, ¡de no ser así tu madre nos iba a tener que pagar la fianza! Y sería un adiós, auto para ti. Confío en que puedes hacerlo con más práctica, pero espera a ver a tu tío Sirius. Él podrá enseñarte mejor que yo.