Los libros necesitan calefacción, al igual que nosotros. Humedad, un ambiente que les beneficie. Las hojas son incluso mucho más vulnerables, necesitan ser protegidas. Salen con seguridad y un poco de licor de entre sus letras, esparciendo la tinta que solía contar historias, cantar sobre momentos que en realidad a nadie le interesan. Lo que para mí es importante, resulta ser ordinario cuando no obtienes el mismo propósito.
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