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Llega el poeta profano, escribe de muerte y de sueños rotos, busca corazones exaltados revindica por el perfecto sentido​de la palabra amar, escribe al mar, a las rosas, al inmenso celeste, interviene en casos controvertidos, blasfema y luego se indigna, revienta paradigmas a la vez que compone las notas del silencio. Ataca y se esconde.
No es más que el reflejo en el espejo roto de lo que una vez existió. Es el enriquecido y antojado deseo de aliviar estas ganas locas de arrancarte la piel a besos, es la paradoja infinita e intangible que supera el mito de lo entendible.