Hace tres años te encontré, y perdí en eso de Abril. Sin embargo...
Por fin te encontré. Tras una exhaustiva búsqueda, llegué a tus brazos cálidos, que me envuelven como mantas, dándome la tranquilidad que tanto he deseado. Aquí tengo mi hogar, mi refugio, donde por primera vez siento que alguien realmente conoce mis manías y sabe manejarlas. Con paciencia, me explicas y me enseñas cómo dejarlas atrás.
Me resguardo del mundo, siempre tan distante, para no dañarme. Pero al mirarte a los ojos, solo quiero expresarte lo que siento, contarte cómo fue mi día y escuchar el tuyo con una alegría que me desborda.
Mi corazón se acelera, mi mundo se pone de cabeza al oír tu nombre o saber de ti. Me permito sentir esto porque sigo enamorada de la sensación embriagadora y sana que me brindas.
Los recuerdos me invaden y llenan mi alma. Tu presencia me tranquiliza y me hace ver que no soy tan complicada, que sí existe la esperanza, que todo cobra sentido solo cuando estás cerca.
Eres mi mundo, mi universo. Eres la luna y yo soy la estrella que te admira con amor y devoción.
Así que no soy tan complicada, porque la mujer de mi vida me ama desde el primer momento. Lo que piensen los demás no importa; tú eres quien sostiene mi mano.