Ha pasado un largo tiempo ya, en el que he dedicado la mayor parte de mis días en sanar, en cambiar, en poder remediar un poco de todo. Son las 12:20 de un lunes 11 de Mayo, acabo de terminar mi tarea de Dinámica social y el sueño se ha ido. Estar en esta situación desagradable en la que debo estar en casa, me obliga demasiado a pensar en tantas cosas por las que me había esforzado tanto en no pasar por mi cabeza, para pensar que simplemente nunca pasaron, tú lo sabes, soy mala tomando decisiones, no sé enfrentar los problemas y siempre huyo de ellos, prefiero mil veces ignorarlos a resolverlos y seguir adelante como si nunca hubieran existido. Pero justo ahora que no tengo en que distraerme y mi cabeza se aprovecha de ello, pensé en ti. No de la manera como te veía hace un año o dos desde que te fuiste, por primera vez, tuve un respiro al recordarte, ya no fue tortura, ya no fue dolor, incluso sonreí. Pensé por un momento que era un delirio o un sueño profundo que no iba a recordar, pero sucedió en pleno uso de mis facultades mentales, simplemente pasó. Todavía escribiendo esto, me cuestiono el si podré mandarlo o no cuando termine, me tiemblan las manos y siento los nervios en la boca de mi estómago como cuando vas a salir por primera vez con la persona que te gusta, no me agrada pero tampoco lo odio. Y bueno, quizás yo sólo debería resumir esto, pues... No sé realmente que sea de mí o de ti el día de mañana, ni siquiera el ahora es algo absolutamente seguro, pero justo hoy, después de tanto tiempo de cuestiones, de dilemas, de preguntas sin respuestas, yo, finalmente, me siento libre, me siento en paz, y era algo que necesitaba que supieras, como lo último de nosotros. El final de nuestra historia.
Carlos Sauza Martinez, yo te perdono y me perdono. A partir de este momento yo dejo ir por completo la última parte de mí que se aferró por tanto tiempo a ti.
Hoy, después de casi dos años, estoy lista para dejarte ir.
Adiós, mi dulce hielo. Gracias.