Sabor a Sal II

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    XIX - Sabor a Sal ( II )

     ‘Roxas Pov's’

     Sin previo aviso, una redonda y hermosa luna se dibujó en lo más alto del cielo nocturno, iluminando con cuidado la blanca arena a mis pies y las olas oscuras, que rompían con un hermoso sonido en la orilla del mar. Era de noche en el país de Nunca Jamas y yo me encuentro nada más y nada menos que una de sus playas.

     —Es precioso, ¿No lo crees Roxas?

     La voz de la chica me llamo desde el suelo. Xion estaba sentada a un lado mio, abrazando sus rodillas y mirando al océano.

     —Yo... No pensé que el mar fuera tan hermoso de noche. Creí que me daría miedo, o frío, o... Nostalgia por alguna extraña razón. Pero, la verdad es que lo encuentro precioso—Expresó elevando su vista hacia el cielo—. ¿Puedes ver la cantidad de estrellas brillando ahí arriba? ¿Acaso no es lo más bello del mundo?

     —Sabia que te gustaría—Comente conmovido por la sinceridad en sus palabras—. Quise traerte aquí, desde la primera vez que estuve en una misión por esta zona. Ya sé que probablemente lo hayas visto antes, pero de noche, el océano es muy diferente.

     —Ni hablar, es hermoso... Él mar parece volverse uno con el cielo—Dijo señalando la linea que se pierde en el horizonte. Esa que divide agua y aire. La oscuridad no permitía diferenciar bien en donde empezaba uno y en donde terminaba el otro.

     —¿Cielo o Mar?—Pregunté.

     Dejó que su mirada volviese a caer en el oleaje y sonrió

     —Mar...

     La brisa marina jugaba con los mechones de cabello sobre el rostro de Xion, mientras ella contemplaba con una inmensa paz, la brillante superficie del durmiente océano.

      Quizás, la veo más tiempo del necesario, quizás no debería tentar a la suerte observando tanto sus rosados labios, pero, creo que ya no me importa... Quisiera decirle lo que siento en este momento. Si no lo hago ahora, ¿Cuando sabrá con claridad lo que significa para mi? Tengo que ser valiente. He soñado con este instante un millón de veces. He imaginado a la perfección lo que debo decirle, y lo que me encantaría escuchar. Me he cansado de repetir en mi cabeza una y otra vez, la escena de un beso con ella, de un beso no tan corto como los anteriores.

     —Xion yo... Xion, ¿Que estás haciendo?—Cuestione extrañado, al verla despojarse de sus botas negras y de sus guantes.

     —Mandando todo al diablo. Fíjate, tengo un poco de miedo de entrar al agua, porque está muy oscura, pero creo que igual lo voy a intentar...

     Mi amiga se puso de pie sin molestarse en darme la espalda para sacarse el traje.

     Escuchar el sonido fuerte del cierre metálico me quitó el aliento. Sin embargo, no fue nada comparado a ver resbalar la tela oscura por su pálida piel, hasta caer en la arena. Eso me dejó sin habla. Tuve que tragar saliva y mirar hacia otro lado para disimular el color en mi rostro.

     Maldita sea... Es demasiado bonita para mi.

     Xion aventó con fuerza los guantes al mar y luego volteó.

     —Roxas, ¿Vienes conmigo?—Inquirió llevándose ambas manos a las caderas—. Voy a entrar ahí sea como sea.

     —Claro que sí. No creas que te dejare la diversión a ti sola—Advertí reuniendo de nuevo algunas gotas de valor.

     Me quite al igual que ella los zapatos y los guantes y me levante de la arena.

     —Dame esas cosas...—La pelinegra me arrebató estos últimos de las manos y los arrojó al océano—. No te imaginas como me molestan.

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