Montones de luces artificiales iluminaban las calles de la Ciudad del Progreso, varios bots rondaban cerca del parque central, la tesorería y el zoológico, lugares en los que me había divertido hace tiempo. Me escabullí entre los arboles del parque y algunos callejones junto a Ekko, que me acompañaba sin decir una sola palabra. Era fácil burlar la seguridad de Piltóver, y lo fácil siempre es aburrido. Me escondí en uno de los callejones, pensando en como causaría el caos esta noche. No había traído mis armas, ya que sólo planeo darle una advertencia "caótica" a Sombrerotes y, porque no, a Manototas. Revise el bolso que colgaba sobre mi hombro, no recordaba lo que traía allí, al ver los objetos que guardaba sonreí con satisfacción, eso sería mas que suficiente. Miré a Ekko de reojo, él solo se dedicaba a mirarme, a examinar cada detalle de mis ojos con una sonrisita torpe. Me hacía sentir incómoda.
-¿Que tanto miras, Pelo-picho?- pregunto mientras acomodaba las cosas el bolso.
-Te ves tan hermosa a la luz de la luna... - dijo suspirando.
Volteé y le di una bofetada en el rostro, solté una risita y volví a golpearlo, él detuvo el golpe tomando mi muñeca.
-¿Que bicho te picó? Concentrate sí no quieres que te dispare.- amenacé soltándome de su agarre.
Lo escuche suspirar, solté un gruñido, tomando una piedra que había cerca, lanzándola lejos, esta cayó en un baldío cercano, haciendo bastante ruido. Los bots caminaron en grupo hasta el lugar. Aproveché y corrí hacia la reja del zoológico, que en la noche se hallaba cerrado. Comencé a trepar con rapidez el muro, Ekko me seguía detrás mío. Una vez adentro observe la inmensidad del zoológico, los animales dormían en paz y silencio, mucha paz y mucho silencio para mi.
-¿Con que animalito jugaremos hoy?- me pregunto a mi misma, avanzando hacia las jaulas.
Escuchó los casi silenciosos pasos de Ekko, lo miro de reojo, él observaba como un niño pequeño y curioso las jaulas, buscando vida. Me detengo en la jaula de los rinocerontes, era el único animal que permanecía en su hábitat artificial todo el día, mientras los otros descansaban en jaulas o habitaciones debajo del zoológico para máxima seguridad. Trepe la reja, cuidando que mis largas trenzas no se engancharan en las púas que esta tenía al final. Ekko me siguió, como había hecho toda la noche.
-¿Cual es el plan, Jinxie?- pregunto en un susurro, jugando con una de mis trenzas.
-No hay un plan exactamente. Supongo que pintare algo en la piel del rinoceronte, pero aerosol me queda poco y quiero guardarlo para después.
-Matalo y utiliza su sangre, imagina como reaccionara la gente al ver a un rinoceronte muerto, con un mensaje escrito con su sangre... También podrías dejar un rastro de sangre que conduzca desde la entrada hasta aquí, tienes mas posibilidades de que Caitlyn y Vi lo vean primero.
Enmudecí al escuchar esas palabras salir de sus labios, era un plan perfecto sin duda, pero no podía creer que al él se le haya ocurrido. Volteé a verle.
-¿Y-y si lo ven esta noche? T-tengo varios explosivos en el b-bolso...¡P-podriamos des-despertarlas después de terminar c-con esto! -tartamudeo emocionada.
Ekko toma mis mejillas y planta un beso en mis labios, no reaccionó tan rápido como esperaba, hace tiempo no sentía el calor de su cuerpo junto al mío. Me separe de él, mordiendo mi labio inferior, sus mejillas estaban igual de sonrojadas que las mías.
Me acerque al animal que dormía tranquilamente, su pecho se inflaba y desinflaba cada vez que inhalaba y exhalaba. Saque una pequeña navaja del bolso, acaricie su filo, cortando un poco mi piel. Rápidamente corte en línea recta el vientre del animal, que comenzó a moverse, Ekko golpea la cabeza del rinoceronte unas dos veces, podría apostar a que con eso lo mató. El suelo de la jaula se inundó en un rojo carmesí, retrocedí un poco. Saqué un par de guantes del bolso, avance sobre la sangre del animal sin temor de manchar mi piel con su color. Mientras manchaba mis manos con la sangre y escribía en la piel del animal, pude observar cómo Ekko salía de la jaula, asqueado. Una vez terminado el trabajo seque el sudor que caía por mi frente con mi brazo, quitándome los guantes, dejándolos junto al rinoceronte muerto. Salté sobre la sangre, manchando mis zapatos para marcar el camino de la jaula a la entrada, y que así Cait y Vi puedan verlo, sé que les encantará esta sorpresita.
Una vez fuera de la jaula, tome la mano de Ekko y corrí afuera, sacando uno de los Hexplosivos que había en el bolso. Lo encendí y lo lancé fuera del zoológico, donde supuse que estaban los poli-bots, escuche la explosión, sonreí sin intenciones de hacerlo, el ruido de las explosiones siempre lograban sacarme una sonrisa. Al salir del zoológico pude notar un fuerte olor a pólvora y a lo lejos el ruido del motor de varias motocicletas que se acercaban a donde nosotros estábamos. Comencé a correr en dirección a Zaun, no quería que al seguirnos descubran donde es que vivimos, además sería bueno que se perdieran en las oscuras calles de Zaun. Ekko me seguía, veloz detrás mío, al tener mucho menos peso del que llevaba habitualmente era mas veloz, me sentía libre y feliz, hace mucho tiempo no me sentía así, hace tiempo no estaba tranquila, desde la aparición de Rihanna me he preocupado mas por su felicidad que por la mía, y desde su muerte no pude dejar de pensar en ello.
Hasta ahora.
Ekko me sacó de mis pensamientos jalando de mi brazo, el neumático de una motocicleta rozo mi rostro, retrocedí, cayendo en los brazos de Ekko. Él cubrió mi rostro con su espada, pude escuchar el ruido metálico que produjo la bala contra la espada. Me aparte un poco de Ekko, empujando su espada a un lado para que me dejase ver a quien nos encontrábamos.
-¡Oh, parece que esto es una cita doble!- exclamé al ver a nuestra compañía.
Caitlyn soltó un gruñido y apuntó. Jayce la imitó, apuntándonos con su martillito.
-Ya veo, quieren un tiempito a solas ¿Eh?- reí brevemente.
-La ciudad de Piltóver esta harta de tu comportamiento, Jinx...- dijo Jayce de malhumor.
-Tienes dos opciones: te entregas o tendré que dispararte.-dijo ella, mas seria que nunca.
Mire a mis alrededores disimuladamente, buscando por donde ir, Ekko tomó mi mano, logrando que enfoque mi vista en ellas, él entrelaza sus dedos con los míos. Caitlyn sigue apuntandonos.
-Creo que lo mejor sería que te entregues Jinxie...- recomendó Ekko, apretando mas mi mano.
Una sonrisita se dibujo en el rostro de Cait, bajo su pacificadora. Bajo de la motocicleta con cuidado, con mucha delicadeza, acercándose a nosotros. Retrocedo dos pasos. Me arrebato el bolso, rompiendo la tira de cuero que colgaba de mi hombro.
-Parece que se terminó tu jueguito.
Sombrerotes me colocó las esposas gustosa, se notaba que estaba esperando este momento durante mucho tiempo. Ajusto las esposas, hice una mueca, ella me miró, transforme la mueca en una sonrisa al instante. ¿En que pensaba Ekko?
Ekko me sonrió mientras Caitlyn le colocaba las esposas, Jayce fruncio el ceño nuevamente.
-Llévalos a la comisaría, allí decidiré que hacer con el chico...- ordenó mientras revisaba el bolso.
-¿Que hay de Jinx?- preguntó Jayce tomándome del brazo.
-La internaremos en un hospital psiquiátrico... Es lo que se merece.
Jayce comenzó a caminar hacia la comisaría, dejando la motocicleta en su lugar, supongo que para que Cait vuelva luego.
Lo próximo que sucedió fue muy rápido, escuché un click que provino de una de las manos de Ekko, seguido de una explosión que se originó en donde Caitlyn se hallaba. Jayce se detuvo en seco, aproveché su "aturdimiento" y lo pateé, provocando que el nos soltara. Él no nos persiguió como pensé que haría, solo nos dejo ir, corriendo hacia donde la sheriff Sombrerotes estaba, espero que no este muerta, yo quería ser quien acabe con su vida.

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Abraza el Presente.
Romance¿Robar? No, eso no era lo que ella hacia...¿Sembrar el caos? Pues eso sería mas acertado, y él lo sabía perfectamente, la cuidaba de lejos, pues después de la perdida de su mejor amigo no estaba dispuesto a perder en un futuro a quien lo volvió loco...