Las Ventajas de Ser Invisible 2

Capítulo 33

22 de marzo de 1.993

Querido amigo:

Esta situación me recuerda mucho a lo que sucedió con Mary Elizabeth, más exactamente cuando besé a Sam en vez de haber besado a ella en el momento en que Patrick me pidió que besara a «la chica más guapa de la habitación».

Pero lo importante es que ese fui yo, fui sincero y dije lo que sentía, lo que pensaba y lo que quería. ¿No es eso un gran valor en una persona? Aunque espero que la decisión que tomé con Lilly no haya sido de «aventón» de la cual me tenga que arrepentir más adelante.

No hemos hablado desde ese día, y no es novedad porque creo que ya te lo imaginabas. Bridget tampoco lo ha hecho. Más bien ha estado con Lilly todos estos últimos días acompañándola a su casa y haciendo trabajos con ella. Mientras, yo he estado tratando de encontrar «mi lugar en el mundo» pero sí que la tengo difícil porque no es que nadie encuentre el suyo sentado todos los días debajo de un árbol a esperar a que le caiga una manzana en la cabeza y luego descubra lo que «gravedad» es, para al menos, ser reconocido por haber descubierto algo, y no por haber dañado algo, como yo. Espero que conozcas a Isaac Newton.

He ido a lugares a ver si me reciben y aunque así parecen hacerlo, no termina de gustarme y todo es un fracaso por el momento y no sé si pueda ponerse peor.

En primer lugar, visité una iglesia y vi demasiada gente reunida el otro domingo. A mi madre le pareció algo raro eso de que me levantara temprano para ir a una misa, cosa que jamás hice en la vida y «es raro que lo esté haciendo a estas alturas». Así lo dijo.

En todo caso fui y me senté en la última banca tal cual solía hacer en clases (aún lo sigo haciendo pero no muy seguido). La banca estaba sola y yo era el único ahí. La gente entraba y me quedaba viendo de una manera extraña y nadie se quería sentar a mi lado. Luego me enteré de que no puedes ir en una bermuda a una iglesia cuando miré un cartel en una pared. Qué incómodo. Igual me quedé.

En la misa el sacerdote habló de la infidelidad y dice que las mujeres suelen ser más infieles que los hombres, cosa que puede sonar del todo absurda. Así lo manifestó y algunos hombres le aplaudieron mientras quienes supongo eran sus esposas, les daban a algunos pellizcos y a otros les lanzaban la mirada de «no me hagas pasar vergüenza delante de Margot». Te preguntarás «¿quién es Margot?», pero es un nombre que he inventado para aquel que algunas esposas tienen referencia de comparación, es decir, la «esposa perfecta». Lo sé aunque mamá no lo hace.

Lo de la infidelidad me puso a reflexionar si de alguna u otra manera yo lo fui con Lilly pero no hallo manera de relacionarlo. Aún no termino de entender ese dato y mientras pensaba en eso no me había dado cuenta de que la misa se había acabado y ya toda la gente se había marchado.

Me levanté y caminé por algunos de los pasillos de la iglesia y escuché unas palabras que venían de una habitación de un niño de unos diez años que decía «mamá no» cada vez que ella le decía «Jacob sí». El caso es que iban a «bautizar» al niño pero él no quería y su madre lo estaba obligando.

Por si no sabes, bautizar es algo así como que cuando naces, naces con un pecado llamado «el pecado original» y es mediante el bautizo que te libras de ese pecado cuando te bañan la cabeza con agua bendita. Por cierto, aprendí eso en mi clase de religión hace años y es ahora cuando lo pongo en uso porque, no sé si te lo había contado antes, pero no soy bautizado. Mi familia dice que somos nosotros los que debemos decidir a qué religión o grupo social pertenecemos y me alegra de que sea así porque no creo pertenecer aquí.

Eso es lo que creo que la madre de Jacob debería hacer, pero luego pienso que no será posible en un futuro a raíz de que parece muy religiosa a juzgar por el nombre de su hijo.