—¿Estás en la universidad? —le preguntó.
—Viaja mucho —dije yo, amable.
—Ah, un cosmopolita —replicó Paul con cierta admiración. Sus ojos curiosos se entrecerraron un poco más y lanzó aquello únicamente para Ax—: Haben Sie andere Länder viel mehr als Deutschland genossen?
Casi que se me salieron los ojos de lo mucho que los abrí. ¡¿Qué acababa de decir?! Mierda. No había nada que delatara más una mentira sobre nacionalidad que no saber el idioma de ese país. Si Ax ni siquiera podía soltar demasiadas palabras en nuestro idioma, ¿cómo respondería a eso? Me puse muy nerviosa al instante. Nolan también. Traté de buscar una solución rápida. Se me ocurrió desmayarme. ¡Sí! Iba a ser eso.
Pero entonces...
—Es gibt kein Land genießt viel mehr als das meine —respondió Ax—. Aber ich genieße wirklich jede Kultur.
Si no se me cayó la mandíbula fue porque era físicamente imposible. Quedé pasmada. La cara de Nolan incluso fue un grandioso: "¿PERO QUÉ COÑO?". Me pregunté si había oído bien, si aquello acababa de pasar, si en verdad esas palabras estaban en alemán. ¡¿Ax acababa de hablar alemán!? Había sonado como que sí. Su respuesta había sido tranquila y muy fluida. Y en definitiva eso no lo habíamos practicado ni visto en la televisión.
—Es bastante cierto —asintió el rector, confirmándonos que había dicho lo correcto—. Esto es más personal, pero, ¿tus abuelos o alguno de tus padres también nacieron con ese tipo de heterocromía?
—No que yo sepa —contestó Ax, pronunciando cada palabra con serenidad y una elegante pausa.
El rector Paul se rascó el bigote en un gesto inconsciente.
—Interesante —murmuró, pensativo.
Advertí que Eleanor pensaba decir algo. Abrió la boca para hacerlo, pero antes de que alguna palabra saliera de su boca, el hombre siguió hablando, esa vez para todos:
—Este tipo tan definido y desigual es muy raro, ¿saben? —nos informó con bastante entusiasmo como si estuviera en plena clase y debiera explicarle algo a sus alumnos sobre uno de sus temas favoritos—. Es hereditario, pero diría que también por influencia de... La cuestión es, ¿de qué? ¿Padeces alguna enfermedad y tomas algún tipo de medicamento?
Esas preguntas fueron directas hacia Ax, quien no respondió al instante, sino que lució un poco confundido. Ahí sí decidí que sería mejor buscar una forma de abandonar la conversación y alejarnos antes de que las cosas se pusieran extrañas o notaran algo raro, pero fue la propia Eleanor quien nos salvó con su rápido comentario entre risas algo incomodas:
—Paul, ¿le harás una ficha al pobre muchacho? —Alternó la mirada entre el hombre y Ax, a quien evaluó de nuevo en un pesado y curioso vistazo—. Porque yo diría que sí, es bastante raro, pero le da cierto encanto.
Dios santo, ¿ella acababa de decir eso? Sentí la urgencia de empujar a Ax y a Nolan y ponernos a salvo los tres. Sin embargo, fue imposible. El rector Paul, más sumido que nunca en la conversación, miró a Eleanor con las cejas blanquecinas ligeramente hundidas, como si acabara de hacer algún comentario un tanto estúpido.
—¿Sabías que las bacterias más peligrosas tienen muchísimo encanto? —le preguntó, y no como una pregunta a la que se le daba respuesta, sino una de las que te hacía notar tu poco conocimiento sobre ciertas cosas—. Un veneno peligrosísimo puede tener un color hermoso. Las plantas venenosas son absolutamente bellas. Y las enfermedades mortales... vaya, son un adictivo y tentador objeto de estudio. Sus ojos pueden ser admirables, Eleanor, incluso atrayentes para las chicas, pero podrían estar escondiendo algo terrible.

YOU ARE READING
S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]
Science Fiction¿Qué harías si una noche encuentras a un chico semi desnudo y cubierto de sangre en tu patio? ¿Qué harías si es atractivo, pero también es perturbador? ¿Qué harías si, después de que tú y tu mejor amigo deciden ayudarlo, cosas muy raras empiezan a...