Si tuviera que describir sus pensamientos en ese momento, sería pánico. Estaba ya herida, con uno de sus compañeros en silla (pero, siendo realistas, no llegaría a tiempo para siquiera intentar un rescate). Tenía que hacer tiempo para poder encontrar la escotilla y huir de esa área, al menos por esta vez, tenía que huir. Sin embargo, había cometido el error de haber dejado la decodificación por demasiado tiempo, considerando que no tardó en escuchar el graznido de los cuervos sobre su cabeza, ese sonido tan alto que podría significar su perdición.
― No, no... ―
Jadeó, las maquinas estaban al otro lado del mapa, sus chances de alcanzar alguna sin ser descubierta eran mínimas, pero si de algún modo podía lograrlo tendría que intentarlo. Echó a correr, atemorizada por el sonido del paraguas que, juraba, había escuchado justo detrás suyo. No se dio el lujo de mirar hacia atrás.