Los errores que he cometido están escritos en una pared llamada “ yo ”. Y esos errores son los que brillarán más. Me recordarán que soy un ser que por mucho que lo intente, no logrará alcanzar el estado que llamamos perfección.
Hay que aprender a vivir con los errores que cometemos y abrazarlos. Porque por ellos podemos seguir nuestro camino, nuestra vida.
¿Estoy loco?
Probablemente.
O quizás no.
Hablo desde la adolescencia, donde somos más propensos a cagarla.
¿Amor? No, quítame eso. Yo quiero mi diploma.
Eso es mentira. En lo más profundo de mi ser, quiero estar con un chico que pueda acompañarme en mi camino. Pero me veo al espejo y digo:
“ Es imposible que alguien se fije en mi. Soy de rostro feo, cabello feo, no me tomo fotos, no soy popular. ”
Y me pregunto si en esos casos, vale la pena internarlo.
Una, dos, tres, cuatro...
He perdido la cuenta de cuántas veces lo intenté. Y que causalidad que todas las fallé. Esos errores están en la pared de mi ser. Y ese ser ha aprendido que necesito ser más autónoma para poder ser feliz.
Por mucho que quiera a mi mamá, sé que no estará conmigo para siempre. Es duro, pero cuando pasa el tiempo, lo veo más como una casualidad que como un dolor. Ella hubiera querido dejar de vivir solo para que yo creciera y viviera.
Vale vivir por ti, vale vivir por todos los que te rodean. Eres egoísta si te quitas lo único que tienes. Hay que pelear por eso que deseas.
“ Me vale mierda si estás en la ruina. No te des por vencido...”
Bueno, eso diría mi yo de 7 años.
Lo sé. Que ridículo.