Emel

Emel, dulce Emel. Limpia el espeso líquido que tiñe a tus labios de un color carmesí. Ay, Emel. Pequeña desobediente, el placer que provocan sus atemorizados gritos paraliza todos tus sentidos.

Detente, esto no es lo que tú eres. Succionas con fuerza la vitalidad de tus víctimas para alimentar a la bestia que habita dentro de ti.

Ay, exquisita criatura, ésta no es tu guerra ni lo será, deja ya de pelear y regresa a la oscuridad de tu hogar.

Los cuerpos yacen muertos ante ti, y tus ojos inertes admiran la belleza de tu obra de arte. Eres mejor que esto, Emel.

"Ningún vampiro nace la noche de luna nueva y sobrevive para contarlo".

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