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Al igual que cada mañana, Clarice tomó la rosa blanca junto a su cama, de esas que él dejaba para ella.

Pero esta vez había algo diferente.
Una caja.

La rosa se encontraba con rocío mañanero posada sobre una caja.

Dentro se encontraban trozos de papel.

Notas.
Unas doscientas notas para ser exactos
Las había escrito él, todas para ella.