Prólogo

Ella era mi estudiante.
Yo, su profesor.
Eso debería haber bastado para mantener las distancias.
Pero no lo hizo.
Ni las fechas históricas ni los exámenes, ni el orden de las cosas,
iban a ser suficientes para detener lo que ya había comenzado.
Lo que nadie debía saber. Lo que ni yo mismo entiendo.
Y, sin embargo, ahí está: creciendo, como un pensamiento insostenible.
Es inevitable. Lo supe en el momento en que la vi.

(Narrado desde los ojos de Oscar)