Description
Gyomei subió las escaleras de dos en dos, hiperconsciente de todo a su alrededor y tan pronto como abrió la puerta el delicioso olor a omega lo golpeó en la cara; potente, empalagoso, dulce y malditamente bueno, cerró la puerta detrás de él vuelto una maraña de instintos y se apoyó en ella jadeando sin entender lo que pasaba. Sanemi se encontraba sobre la cama, tumbado encima del edredón con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados y la frente fruncida mientras se acariciaba frenéticamente arrancándose gemidos fuertes y claros, cuando se dio cuenta de su presencia el olor a celo se intensificó mientras un gemido salía de su boca, Gyomei fue consciente entonces del olor a humedad entre sus piernas, ese aroma a lubricación y deseo hizo que su pene se pusiera duro mientras escuchaba a Sanemi gemir desesperado. -Por Buda - gruñó con la boca seca, podía sentir el deseo inundando su pecho, el aire estaba lleno de omega excitado y su esposo lo miraba gimiendo mientras se tocaba. -¡Gyomei! ¡P-Por favor...! -... -No pudo articular una sola palabra mientras el aire se le escapaba de los pulmones. La voz de Sanemi sonaba tan desesperada, tan deseosa y tan caliente que sintió que se derretía ante el cúmulo de estímulos a su alrededor. Aquello no podía ser posible, el hombre a quien había llevado al altar era un alfa, pero esa noche su olor era tan diferente que apenas podía entender qué ocurría mientras ya lo tenía acorralado contra la cama besándolo con pasión, víctima de un deseo incontrolable por profanar el cuerpo del hombre a quien tanto amaba. -¡Métemela! -Rogó Sanemi completamente fuera de sí mientras sollozaba y se aferraba a él temblando y llorando -¡Métemela ya por favor! Sanemi era un alfa, tuvo que repetirse Gyomei mientras se encontraba en la cama, devorando los labios de su esposo, quien olía, se sentía y jadeaba debajo de él como un maldito Omega en celo