prólogo.

Anabelle caminaba por el pasillo de la mansión, el eco de sus pasos resonando en la fría y oscura arquitectura gótica. La luz tenue de las lámparas de araña proyectaba sombras danzantes en las paredes, acentuando la atmósfera cargada de misterio y tensión. Sus dedos temblaban al tocar la antigua barandilla, cada crujido del suelo bajo sus pies parecía amplificar su creciente angustia. En el fondo del pasillo, una puerta entreabierta revelaba un resplandor débil que la llamaba, como un faro en la niebla de su confusión.

Mientras se acercaba, un susurro frío atravesó el aire, un recordatorio de que en esa casa, nada era lo que parecía y cada rincón escondía secretos que podrían cambiarlo todo.