~I. El primer corte es el más profundo. ~

Alastor contempló con aburrimiento el cascarón vacío que yacía a sus pies en un río escarlata, una presa demasiado fácil incluso para sus propios estándares de diversión y entretenimiento personal.

¿Quién era ella? No lo sabía y no le importaba.

La premisa del misterio en el ambiente nocturno del vibrante bar descartó cualquier deseo de saber sobre la verdadera identidad de la chica, y para Alastor bastó simplemente un insignificante nombre para poder, de alguna manera, referirse a ese capricho pasajero.