¡Gracias!

Nuestra historia se entrelaza en los días dorados de la infancia. Él tenía 10 años y yo apenas 7. Crecimos en la vasta y cálida hacienda de mi familia, rodeados de campos interminables y veranos eternos. Sin embargo, fue en el verano de 2005, cuando tenía 14 años, que me enamoré profundamente de él. Durante dos veranos consecutivos, no pude regresar a la hacienda debido a las sospechas de mi madre, lo que casi destrozó mis esperanzas de volver a verlo.

Finalmente, antes de entrar a la universidad, tuve la oportunidad de volver. Conmigo volvió el amor que nunca se desvaneció en mi corazón y que él tampoco había olvidado. Vivimos días maravillosos, aunque nuestro intento de mantener nuestra relación en secreto fue descubierto. La revelación nos obligó a separarnos, y mi destino me llevó a España durante cinco largos años.

Al regresar, sabía que tendría que fingir que aquel enamoramiento juvenil había quedado en el pasado. Así que regresé, ahora con un novio europeo y recién graduada, esperando que el tiempo y la distancia hubieran curado las heridas. Pero el amor verdadero nunca se desvanece. Este regreso marca el inicio de un nuevo capítulo en nuestra historia que quiero compartir con ustedes.

Este relato es una crónica de amor entre dos almas de mundos completamente distintos. A menudo, parecemos querer sacarnos de quicio mutuamente. Él me ha mostrado un mundo que nunca antes conocí, y yo le he entregado mi vida. Cada día es una nueva aventura para ambos: una joven de la alta sociedad en compañía de un hombre de pueblo, un ranchero junto a una niña rica.

Nuestra relación está marcada por celos, terquedad y control, pero también por una pasión que arde intensamente, acompañada del amor más profundo que puede existir entre dos personas.