Prólogo

Mi madre solia decirme que la belleza era una cosa tan extraña, que muchos la confundian con una cara bonita.
Supongo que ella nunca te conoció.
Solia pensar, que la vida era algo abstracto, y que cada uno le da su propio sentido.
Pero entonces encontré tu aliento que me susurraba que todo tenia una razón.
Y tus ojos oscuros, con tanta vida pero a la vez tan vacios...
Me decian, sin soltar una sola palabra, que cada escalofrio, eran besos que tú me mandabas desde la distancia.
Y aunque sabia que la muerte era inminente, me enamoré de lo único que sabia que siempre perduraria.
Tu alma.

(Totalmente prohibida la copia de esta novela)

-EJ