Prólogo

Las mujeres como ella, son como el fuego, no puedes evitar mirarlo y no quedarte embobado por su calor, las formas que va creando, como si estuviera bailando...

Te quedas maravillado por su resplandor y por lo salvaje que es, y realmente no hay nada mejor que el fuego de una buena chimenea, pero hay fuegos que no son tan mansos.

Esa clase de fuego, era Trina, hipnótica, salvaje y sobre todo libre y peligrosa, y Harry había cometido el error de pensar que podía admirar ese fuego sin quemarme.