Prólogo

Nueva York, septiembre de 2009.
Olivia, acostumbrada a la vida en la granja de su antiguo pueblo, descubrirá un mundo totalmente nuevo y pondrá patas arriba el que era el suyo hasta ahora en la ciudad de los rascacielos, donde tendrá que empezar el nuevo curso, y donde espera poder empezar a cumplir su sueño de cantar en un musical.
John, en cambio, guarda su mundo real bajo llave, tan escondido que apenas él ya se acuerda (o eso intenta), oculto tras una actitud de chico malo.
Lo que ninguno de los dos sabe es lo sorprendentemente parecido que es ese mundo que esconden los dos, bajo esa apariencia tan diferente.

Vamos, un argumento muy original (nótese la ironía).

Pues Olivia está dispuesta a no dejarse llevar por ésta situación.

Aunque al fin y al cabo, ella también tiene un pasado que la persigue y que aún no ha sabido superar, y John también tiene una parte mucho más soñadora y dulce de lo que quisiera admitir.
Porque si algo aprenderá Olivia es que la gente es mucho más de lo que se ve a simple vista, y aunque a veces las apariencias no engañan, cualquier persona es lo suficientemente compleja como para no poder ser encasillada en un simple cliché.

Creer eso sería igual de inútil que intentar convencerse de que no se está enamorando de John.