Prólogo

Cada mes de abril, cuando el viento sopla desde el mar y se mezcla con el aroma de las lilas, Jeon Jungkook recuerda su último año en el instituto Beaufort. Era 1958 y Jungkook ya había tenido una o dos novios. Juraba incluso, que ya se había enamorado. Desde luego, la última persona de la que se imaginó que lo haría era Min Yoongi, el hijo del pastor baptista del pueblo. Yoongi era un chico callado, que siempre llevaba la Biblia entre sus libros para el colegio, y que parecía contento viviendo en un mundo aparte del resto de los adolescentes: cuidaba de su padre viudo, rescataba animales abandonados y era voluntaria en el orfanato. Ningún chico le había pedido una cita jamás. Jungkook nunca hubiera imaginado hacerlo. Sin embargo, un giro del destino hizo que Yoongi se convirtiera en la pareja de Jungkook para el baile. Y desde ese momento, la vida del chico cambiaría para siempre. Estar con Yoongi le enseñó las profundidades del corazón humano y le llevó a tomar una decisión asombrosa que marcaría el comienzo de su madurez.