Prólogo

En la manada Hale hay una leyenda que data desde sus orígenes en Beacon Hills. Dice que sus ancestros hallaron un pozo milagroso, uno que guió a su fundador a hallar el lugar donde construir su hogar, que durante una larga sequía abasteció al pueblo de agua sin fin. Dicen las historias que su agua sanó las heridas de un alfa moribundo, devolviéndole el poder de proteger a su manada y defender el territorio de la manada invasora. El alfa regresó victorioso y buscó al pozo que lo salvó aquella oscura noche, lo encontró aventejado y a punto de quebrarse. Cavó a su alrededor sin parar durante meses, y cuando el pozo finalmente se derrumbó el agua en su interior llenó el enorme agujero que el alfa había hecho, formano una laguna de agua cuya superficie reflejaba todo cual espejo.

Los emisarios dedujeron, a lo largo de las generaciones, que en aquel pozo habitaba un espíritu del agua tranquilo y benevolente, mas nunca pudieron ver con sus propios ojos al espíritu manifestarse. Las generaciones posteriores fueron perdiendo la creencia en tal historia, y el pozo milagroso fue relegado a una leyenda contada durante las fogatas, casi olvidada.

Cuando los cazadores atraparon con éxito a la manada Hale, encerrandolos en su mansión y prendiendola fuego, cuando los humanos se ahogan con el humo y los lobos aúllan desesperados por no poder escapar de la prisión de mountain ash, cuando el dolor reina y el miedo domina, es entonces cuando la leyenda cobra vida.

Con la ayuda de su emisario y los restos de un antiguo diario, encuentran a la laguna escondida entre salientes rocas y frondosos árboles. Durante días acampan en la orilla de la laguna, esperando ver al espíritu manifestarse y ofrecerle algo más que simples agradecimientos, pero el agua se mantiene quieta, tranquila. Es por una caída y un tupper abierto que finalmente se ve la existencia de vida en el agua.

Luego de siglos de quietud, una ola recorre la laguna.