Prologo

Las lágrimas le nublaban la visión, el humo la ahogaba y el fuego tragaba sin piedad su vida, todo lo que alguna vez había conocido y amado. Estiraba las manos en busca de la salvación encontrándose con cenizas. En sus oídos, resonaba el eco del furioso bramido responsable de futuras pesadillas.
La majestuosa bestia alzo vuelo, sus escamas doradas y rojas como la sangre refulgieron ante el desastre como una lustrosa armadura. Abrió la boca, enseñando infinidad de filosos dientes y acto seguido, escupió una bocanada de fuego infernal, asesinando los últimos rastros de aquella ciudad.

Ella, no pudo más que mirar, mientras que, en su interior, algo se partía.