Prólogo.

- Niegalo nena, se que te mueres por que te bese y te la meta tan duro que no puedas sentarte en una semana, aunque hueles a virgen -dijo dirigiéndose a la puerta.

Acaso se me notaba tanto.

- ¡Eres un cretino! -le dije sintiéndome ofendida, aunque tenia un poco de razón, si era toda una virgen.

Y quizás también tenia algo de razón en lo otro, pero no lo admitiría en voz alta.

- Buenas noches nena -me dedico una sonrisa egocéntrica.

Se dio la vuelta y camino dos pasos luego volvió a voltear hacia mi.

- Oye! Nena no me darás las Buenas Noches.

- Que te jodan! -le mostré mi dedo del él medio y cerré la puerta.

¡QUE IDIOTA!