Luján, provincia de Buenos Aires, Argentina

viajando en el tren Sarmiento desde la ciudad de Lujan hacia CABA en la hora pico me había dormitado luego de una noche mal dormida. Me llegó entre sueños una conversación con tonada norteña la que como un hierro ardiente fue conectando uno a uno mis sentidos a medidas que palabras como Catamarca, coches a caballo, infierno, cárcel, 6 años, robo, Antonio Di Benedetto, cartas, lectura, El juicio de Dios se iban pronunciando. Es así que entre el hacinamiento, los olores duros y chocantes que eran como una construcción física levantada entre la humedad y el calor que hacían mas difícil la empatía como la comprensión; en aquél enero de 2012 habría de escuchar la palabra descarrilamiento vinculada a Dios. Ello fue poco antes del 22 de febrero de ese año, fecha en que aconteció la por años anunciada masacre de Once en que el viejo tren Sarmiento, sin nada de mantenimiento iba a llevarse la vida de 51 personas, produciendo mas de 700 heridos y dejando a la sociedad con una herida moral incurable. Había anotado un poco otro poco registrado en un grabador que uso para mis tareas de profesor, lo que escuché en ese viaje. Guardé los datos para mi siempre postergado deseo de escribir historias. El pudor me hizo no escribir nada, Once estaba muy presente. Sigue estándolo y fue así que a un familiar de una de las víctimas con motivo de la condena, mencionó a Dios, y si me dije, quizás haya sido el juicio de Dios.