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Tener dos abuelas para cuidar de mi cuando murieron mis padres me hizo un chico demasiado agradecido y responsable.

Ellas eran mis dos chicas y nadie las debía lastimar por ser diferentes. Por ello trate de ser el mejor nieto del mundo mientras ellas eran las mejores abuelas que podían existir.

La abuela Yovanka era un radiante rayo de luz, tan energética como el Sol mismo.

La abuela Dakota era la personificación de la pureza misma y como decía la abuela Yovanka, era nuestra Luna personal.