A quien leyere mis palabras, considérese sabedor de que este humilde tomo encierra los ecos de un mundo marchito. No soy más que el testigo de la decadencia, una rata recolectora de los fragmentos ocultos en las sombras de la desolación. En estas páginas yace la esencia de nuestra especie enfrentada al ocaso: el ímpetu de resistir, el orgullo de desafiar y el dolor de sucumbir Estas páginas no son meros pasajes oscuros, más sí espejo fiel de la esencia humana y de lo que somos capaces: para bien o para mal. A la gran diosa, cuya silente vigilia persiste en su eterno letargo, inclino estas palabras como una plegaria sorda. Que, si es su voluntad, este humilde códice nacido en la penumbra halle un día su lugar bajo cielos menos oscuros, aunque mis ojos no alcancen a presenciarlo. - Lorvyn, guardamemorias de la Ciudadela. Compilación de relatos del universo de 'Sacrificio de Acero' (novela no publicada aún).