Han pasado más de diez años desde que Sebastián abandonó su barrio en Hermosillo, y aunque a vista del mundo ha conseguido todo lo que se propuso, la realidad es que pese al dinero, reconocimientos y éxito profesional no es feliz. Resignado a seguir el guión que él mismo escribió, una noche recibe una llamada que le da un vuelco a sus planes y le obliga a regresar a la tierra que lo vio nacer. Ahí, los capítulos que creyó cerrados, vuelven a exigirle un final, llevándolo a preguntarse si el camino que eligió es el correcto. Celeste es una artesana que lucha por sacar adelante a su sobrino mientras busca su lugar en su propia historia donde ni siquiera se siente protagonista, y cuando cree que nada en su monótona existencia puede sorprenderla el inesperado retorno de Sebastián, el hombre que ha amado en secreto desde que era una niña, parece que abre la posibilidad de reinventar el cuento que creyó ya escrito. Al menos hasta que una cruel noticia toca a su puerta y para proteger a quien más ama debe aceptar un pacto que le enseñará que la única manera de que un trato no rompa un corazón es mantenerlo fuera del juego.

Dulce ama a Chayanne. Después de sus intentos fallidos por convertirse en su esposa, su asistente y la cuidadora de su perro, decide ponerse una meta más realista: asistir a uno de sus conciertos. Con el tiempo en contra y determinada a cumplir su sueño comienza a trabajar en su cafetería favorita creyendo no habrá nada que pueda frenarla. Sin embargo, cuando el hombre de sus sueños cruza la puerta, todos sus planes se ponen de cabeza. Ahora, con ayuda de Andy, su nuevo mejor amigo, se propone luchar por ganarse su corazón y conseguir un boleto que cada vez parece más inalcanzable. Un plan sencillo de no ser porque en su cuento de hadas no tenía previsto encontrarse con tres ladrones: uno que le roba el corazón, otro su dinero y el último la razón, poniéndola en un peculiar dilema.